7 sobre 10
THE SHINING (1980).
Béla Bártok, Wendy Carlos &
Rachel Elkind, Krzysztof Penderecki y György Ligeti.
El conjunto de
piezas que conforman la música para ‘’The shining’’ demuestran, sin duda, el
conocimiento y la dedicada afición de su director para con la música clásica y,
más concretamente, la música contemporánea y experimental. La obra muestra los
numerosos fragmentos mediante una inserción continua en pantalla y, pese a
ello, gran equilibrio entre todas, algo complicado tratándose de variados
autores. Sin duda, el director y compositor polaco Krzysztof Penderecki es el
eje central de todo el global y sus piezas experimentales, oscuras y complejas
arman un cuerpo robusto aunque, a veces, demasiado presente en la historia,
manejando así la mente del espectador y no dejando una libre interpretación
mediante necesarios silencios musicales, aspecto éste en el que la producción
se debilita, musicalmente hablando.
Wendy Carlos y
Rachel Elkind versionan un fragmento de la ‘’Sinfonía Fantástica’’ de Héctor
Berlioz y con él componen el tema principal de créditos, una idea interesante
de Kubrick que, si bien opta por una pieza original, la gira inteligentemente
hacia una obra clásica para seguir una línea equilibrada en toda la historia.
Yéndonos más allá en el tiempo, el tema tomado por Berlioz se remonta al siglo
XIII, concretamente al ‘’Dies Irae’’ de Tomás de Celano, unas notas y
estructura que, referidas a un texto sobre el día del Juicio Final, ya no se
separarán del concepto de muerte y dolor. Sin duda, ambos aspectos unifican la
idea de lo que Kubrick está por contar.
Mención
especial merece la famosa escena en la que Jack Torrance inicia la persecución
de su mujer y su hijo, hacha en mano. El tratamiento de la secuencia y
posterior silencio son ejemplares, forma en la que todo el filme debiera
haberse entendido. Los minutos finales a los que da paso, marcados por los
temas en los que las cuerdas graves potencian el conjunto de las piezas, son
espectaculares. No obstante, deformación mental progresiva de unos personajes
que hay que entender como el objetivo fundamental y final de la música en la
película. Una desfiguración intelectual constante, como permanente son los
sonidos histriónicos de toda la música.
En definitiva,
alarde de aplicación musical que, si bien se excede en presencia y minutaje,
consigue transformar el terror en una esquizofrenia absoluta gracias a la
intensa presencia de unos fragmentos musicales complicados de escuchar y
fáciles de admirar.
ANTONIO
MIRANDA. Marzo 2016.
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