MUNICH- John Williams/Steven Spielberg- ESCENAS DE MÚSICA Y CINE

MUNICH (2005) 

JOHN WILLIAMS/STEVEN SPIELBERG 

ESCENA: ‘Asesinato de Hans a orillas del río’




Hans, uno de los integrantes del comando israelí encargado de asesinar, uno por uno, a los miembros del comando terrorista palestino ‘Septiembre Negro’ que perpetraron el atentado de los juegos olímpicos de Munich, es encontrado por sus dos amigos acuchillado en un banco a orillas del río. Enfrentamiento entre Palestina e Israel.

Nos encontramos ante una escena aparentemente simple, algo escondida, algo desapercibida en el conjunto pero con un peso interpretativo enorme. Críticos y aficionados se centran en la larga y musicada escena final como paradigma del filme y su relación con la partitura. En End Titles vamos más allá y alzamos la secuencia de Hans como fundamental en el sentido último de la obra: la música firma, literalmente, la intención del director.

A continuación presentamos la escena a estudio

                                             ESCENA: ‘Asesinato de Hans a orillas del río’

 


Spielberg presenta un asesinato más, Williams parece acompañarlo con el solista de viento y en segundos todo cambia: la orquesta ‘escupe’ una especie de líquido de tristeza en forma de arreglos que atribuye a la escena el sentido que toda la película finalmente quiere, simplemente un hastío de tristeza por la situación de ida y vuelta de la lucha, de las guerras de razas, fanatismo y poder.  La atonalidad que John Williams otorga al espectador es la clara firma a la intención del director de narrar unos hechos históricos todos ellos envueltos en el halo de la desgracia, de la barbarie y de la poca finalidad de los actos si no fuere por su furia y devastación. La tranquilidad de la pieza, humildemente dramática, significa la resignación a todo lo que ha ocurrido hasta ahora y ocurrirá hasta la llegada del final, incluso la realidad misma cuyas matanzas y torturas vitales, en un sentido u otro, no solucionan los problemas que pretenden.

Una pieza maestra que, dividida en dos zonas (viento principal tonal y cuerdas atonales para el conjunto) se convierte en la poco apreciada definición de esta dramática producción.

La banda sonora es una obra negra, obscura donde se busque y con una presencia en la pantalla realmente estudiada y mínima, algo excepcional en las colaboraciones de ambos artistas. Las cuerdas dominan todo el espectro de las notas elegidas y las secciones de los graves toman una trascendencia y un protagonismo como nunca en la carrera de John Williams. Su escucha aislada, por momento, se torna compleja pero, sin duda, de una delicia que pocos disfrutarán. Gran trabajo, alejado del matiz comercial que cualquier cinéfilo no inmerso en la obra del compositor pudiera asignarle alegremente.

Secuencia esencial en el entendimiento de la historia.



Antonio Miranda
Julio 2020