JOHN WILLIAMS- VIENA 2020/ VIENNA 2020


Mucho se va a escribir sobre los dos conciertos de John Williams en Viena, este pasado fin de semana. End Titles estuvo allí en una cita emocionante, artísticamente histriónica en muchos de los asistentes (es mi caso) porque las emociones y sentimientos, los matices y las escenas resultaban, una tras otra, de una intensidad exacerbada.



Asistió mucha gente fan de Star Wars. No es mi caso (no de la saga, sí de la composición, cuya interpretación del tema principal fue memorable). End Titles es fan de John Williams, de su inalcanzable por nadie composición, de su música anticomercial en su 80 por ciento y ese 80 por ciento desconocido o no valorado por la mayoría.


                                       



Su entrada a la sala fue sencilla, como él, su presencia sencilla, como él, el ofrecimiento del protagonismo a la violinista sencillo, como él. Todo tan simple porque él bien consciente es que nada brillará, ni un segundo, como su música y su figura.



Williams charló con los asistentes, agitaba el Musikverein con su humor e, incluso, avivó los aplausos finales para, indicado con un gesto, irse a dormir.





El repertorio fue espectacular, cualquier tema que él elija lo es. Podría resumirse en los momentos sentimentales, con especial atención a War Horse, cuyo final los intérpretes de la orquesta y Él firmaron de una manera suntuosa, los técnicos (con una ejecución de ''Tiburón'' soberbia) y los emotivos. La Filarmónica de Viena, una delicia, con una sutileza en los vientos admirable y un toque de los metales y percusión como casi ninguna orquesta consigue. Fundamental, por eso Williams no dirije cualquier grupo de voluntariosos músicos que deseen interpretar su casi inalcanzable combinación de notas sobre una partitura.



A partir de ahora no escucharé (ya había tomado esta opción) ninguna interpretación de su música que no salga de su batuta, lo cual ya se me hace claramente inalcanzable. No merece la pena; no lo haré. No podría escuchar los zambombazos chirriantes de orquestas dirigidas por directores que creen hacer una labor de expansión y conocimiento de la música de John Williams: lo que hacen es romperla y hacer el ridículo. Todos podemos poner nombre a lo que comento, con esas burdas versiones de pequeñas notas que les parecen volverlas algo propias al tiempo que las interpretan. Olvídense de tonterías así.

Ha sido la mejor experiencia de mi vida; mejor que nacer.

Antonio Miranda
Enero 2020