9 sobre 10
STAR WARS. EPISODE IV: A NEW HOPE (1977).
JOHN WILLIAMS.
Dos principales temáticas, tras
la aparición estelar y directa de la famosa fanfarria de la saga (que será
usada puntualmente en las escasas narraciones de este episodio), aglutinan el
estreno del primer e histórico capítulo (cuarto en orden argumental): un giro
en planteamiento respecto a sus antecesoras (primera mitad de guión apoyada en
la descripción de personajes y paisajes con apenas narración de lo que ocurre)
y el tema romántico de la princesa Leia. La introducción a la magna y eterna
obra es delicada, pausada y seria. La explosión absoluta del final del Episodio
III, con la presentación y mayor uso de los temas ya conocidos, nos sirve el
puente hacia el verdadero inicio de esta obra de arte. Como digo, un comienzo
estudiado y cauteloso que basa sus primeros pasos en la descripción cinematográfica.
En
seguida captamos la forma de la original entrega. Tras la mencionada aparición
del tema de la princesa (testimonial), la composición centra su trabajo en el
leitmotiv de la Fuerza con el que se une a las figuras del joven Luke (hijo del
recién creado Darth Vader) y Obi-Wan Kenobi, que pronto aparece en escena.
Williams comprime su estructura lejos de la frenética genialidad de anteriores
temas narrativos, que son la base en la partitura en los primeros tres
episodios. Nos encontramos ante la formación de la historia que, si bien ya ha
sido planteada en pantalla durante la trilogía segunda (primera en argumento),
aquí todavía nada de aquello había sido gestionado.
La
maestría de modulación del genial artista estadounidense y el control del contrapunto
quedan exquisitamente reflejados en este Episodio IV, desde el primer minuto
incluso. Sin duda alguna, la unión de melodías, escenas y formas es conseguida,
muchos años atrás, de forma fantástica. Recordemos el pequeño error del
Episodio II a este respecto (aunque sólo desde el ámbito de montaje y no de la
composición, aspecto que, no obstante, infecta directamente a las notas).
Las
secuencias de acción, en ‘’Star wars: a new hope’’, son escasas. Finalmente,
entender su partitura como un sencillo apoyo a lo que se explica en pantalla
sería un grave error. La evolución del argumento (y más aún conociendo su
desarrollo previo en las precuelas) finalmente es conformada por un innumerable
conjunto de secuencias musicales que, en consideración global, dan vida al
cuerpo inicial de toda la historia. Aquí entra en juego el tratamiento especial
que Williams da al tema de la Fuerza, esquematizado de tal forma que si
fuéramos escuchando, paso a paso y en orden de aparición en pantalla, las
múltiples composiciones y sus variaciones, nos daríamos cuenta de la exquisita
pirámide que el compositor va formando. Un mérito notable.
Llegada
la segunda mitad del filme, Williams gira ligeramente y se centra en la
creación, a medios tiempos, de las secuencias activas. No llegamos a tener un
movimiento tan desorbitado como en los episodios anteriores. Sin duda, la
evolución de la trama es cuidada y repleta de cambios y situaciones lo cual, a
nivel compositivo, ofrece la dificultad de enlazar todo con la sutileza debida.
Conseguido. El tema de la Fuerza desaparece. Un ligero toque dramático y oscuro
asoma cuando Vader y Kenobi se buscan. Parte final que comienza con la
narración, a escala similar de las maravillas de los episodios anteriores, de
la huída del Halcón Milenario. Algo más pausada, meditada en pequeños tramos,
pero que completa, en estos acontecimientos definitivos, el trabajo anterior.
Así evoluciona hasta la batalla final, dejando entre medias largos minutos sin
partitura que, brillantemente, son encumbrados mediante la narración de la
victoria y adornados como nunca antes, con una emoción y sentimiento que
dispara el compositor hacia el oyente/espectador con facilidad pasmosa, por la
majestuosa e inigualable marcha de la celebración en la habitación del trono, una
variante del tema de la Fuerza de un nivel tan alto que nadie podría permanecer
impasible ante su escucha. Uno de los momentos musicales, cinematográficamente
hablando, más elevados de toda la historia del cine.
Concluyendo,
la entrega original de la saga y cuarta en orden argumental supone una
orientación hacia la historia más descriptiva que sus antecesoras pero con una
carga artística tan enorme, con la creación de unos temas de absoluta calidad
que su inteligente aplicación a la imagen y su serenidad compositiva le hacen
ascender hasta una notabilísima consideración. El tema de la Fuerza emerge como
la base alrededor de la cual se fabrica y equilibra toda la composición.
ESCÚCHALA SI...: no quieres perderte una obra de arte influyente como ninguna en la música de cine moderna.
NO LA ESCUCHES SI...: la vas a encumbrar como un mito dentro de la saga únicamente por pertenecer a ella y no estudias con detenimiento el verdadero sentido artístico, compositivo y argumental que posee.
RECOMENDACIÓN END TITLES: imprescindible.
OTRAS OBRAS DEL AUTOR: ''Family plot'', ''Sleepers''.
PUNTUACIÓN: 9
Antonio Miranda. Octubre 2015.
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