10 sobre 10
''LET THE RIGHT ONE IN'' (2008).
JOHAN SÖDERQVIST.
Cinta
de terror vampírico elegante, de admirable tono y un realismo drástico e
impactante. La partitura que para ella crea el compositor sueco mantiene un matiz de auténtica y trabajada seriedad, firme, muy directo y con una paleta
pictórica de notas realmente influyente. El inicio post-romántico y su
ejercicio en la primera media hora son frontales y, a la par que sencillos,
ejemplares: el primer ataque sobrenatural resulta aterrador, una escena de gran
fotografía, ritmo y tensión. Calidad artística para una ejecución musical
fortísima; sin embargo, Söderqvist abandona absolutamente la vertiente
terrorífica de la composición y advierte al espectador del camino romántico que
tomará la historia, endulzando y uniendo, entre guiños de angustia, la figura
de los dos niños mediante una dulce muestra de temas verdaderos y humanos y que
van a derivar, de forma hermosa y estudiada, en el tema principal más directo
del filme, por vez primera interpretado a la guitarra y en el que, bajo la
sensación aparente de asociarlo con la dupla padre-hijo (ya que aparece siempre
cuando ambos están juntos), el compositor agrupa realmente todos los
significados y sentimientos de la obra completa y dicta, con muchos minutos de
antelación, la existencia de un desarrollo y un final apoyados inevitablemente
en una vertiente de gran y profundo Romanticismo.
En
‘’Let the right one in‘’ hay un detalle importantísimo para otorgar a la
partitura su adjetivación de seria, estable y práctica: los instantes no
‘’musicados’’. Filme con escenas variadas de nula importancia en el sentido del
global, el compositor y su director aciertan admirablemente en no componer
pieza alguna para ellas, error muy común en este tipo de producciones
(ciertamente en las no tan serias y trabajadas como la presente) y que golpea
contundentemente a numerosas obras que pudieron ser grandes trabajos. Söderqvist opta por variar el tema de piano
de los dos enamorados durante el cuerpo central del metraje. El detalle de la
inserción en él de apuntes atonales e imperceptibles modulaciones, ambos
siempre livianos e ínfimos en presencia, nos giran astutamente de la
personalidad y naturaleza humana del niño a la sobrenatural de la niña. Exquisito
matiz dentro de una partitura emotiva que, progresivamente, adquiere una figura
notablemente formada.
El
desenlace musical es soberbio. El tema antes mencionado, dos veces aparecido
interpretado a la guitarra, ahora se versiona con toda la orquesta durante la
despedida de la pareja haciendo brotar de la pantalla la cumbre de la
producción certificando lo expuesto anteriormente, lejos de representar dicha
melodía la unión anterior del padre y el hijo y sí, acertadamente anunciada, la
de los dos niños. En definitiva, cinta de gran calidad con una banda sonora
que, gracias a su precisa aplicación, exacta duración, sobria estructura y
justa medida, alcanza merecidamente el sobresaliente.
PUNTUACIÓN: 10
Antonio Miranda. Julio 2016.
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