10 sobre 10
CANNIBAL HOLOCAUST (1980).
RIZ
ORTOLANI.
Partitura
de una inteligencia sobresaliente. Composición excelsa en el interior de un
experimento social directo y extremo que el músico consigue situar,
precisamente, allá donde el director pretendía: lo radical a los pies del
pensamiento. Ortolani fabrica un tema principal, que se escucha ya en los
créditos iniciales, de una belleza y sencillez a la altura de cualquier
histórica melodía reconocida: es asombroso cómo contrapone dicho motivo con el
siguiente, dentro de los diez primeros minutos, cuando los caníbales
desarrollan su primer ritual en la selva. El artista, de manera rápida y aparentemente
simple, acaba de forzar una jaula musical de un paralelismo absoluto con la
jaula vital que atrapa a los humanos: belleza y melodía contra dureza y
percusión. Transgresión argumental que, no obstante, Ortolani consigue adornar
con unos matices en absoluto pretenciosos, desorbitados o, al tiempo que las
imágenes, relativamente caóticos. El autor escapa a cualquier controversia y,
de lleno en la secuencia del ritual de castigo del indígena hombre para con la
mujer, presenta la primera variación de la melodía principal, de forma
magistral, y que va a demostrar lo anteriormente expuesto atrapando, desde el
inicio hasta esta escena, a la existencia misma en esa jaula de terror vital
que resultaba la vida subdesarrollada y, por extensión, la atrocidad mental de
la desarrollada.
¿Por
qué Riz Ortolani ocupa los fragmentos sobre los indígenas con percusión y
sintetizador, tan radicalmente distintos a la orquesta del tema principal? La
película parte de la civilización moderna, de ahí la melódica pieza que le
asocia el autor. Su contraste: el tercer mundo y el canivalismo, rebosantes de
percusión y sonidos quebrados y extraños a la escucha (el sintetizador). El choque
es tan maravilloso como extrema la experiencia misma que narra la historia. La
llegada del profesor universitario, junto a sus guías y en busca de los
reporteros desaparecidos, a la aldea de los indígenas es una muestra clara de
la sobriedad musical que Ortolani plasma en su partitura contándonos y
pintándonos, al tiempo, lo que sucede y lo que vemos. Ejemplar. La primera
parte del filme, con el descubrimiento de los reporteros perdidos por parte de
la expedición, concluye con la versión inicial del tema principal, muestra
inequívoca de la fusión, por fin, de todos los elementos del mundo civilizado.
Inteligente.
El cuerpo
central de la obra evoluciona hacia tintes realmente abruptos, sensibles e
hirientes. El contenido moral del filme podría ser objeto de cuestionamiento,
de hecho lo ha sido, pero no más que cualquier blockbuster actual, entre los
cuales la única diferencia reside en el realismo frente a la tecnología y,
ciertamente, en el sacrificio real de algunos de los animales en la película
que nos ocupa. Segunda parte de historia que Sergio Leone adjetivó como obra maestra del realismo cinematográfico.
Ortolani asienta sus intervenciones en el lado dramático, hiriente y poderoso,
no más por la forma de su partitura como por los instantes buscados en los que
aparece que en la parte final alcanzarán un nivel sobresaliente.
Encontramos
en ‘’Holocausto Caníbal’’, relativamente oculto entre el resto de sonidos, un
detalle magnífico, sereno entre tanta barbarie, ligeramente humano y
absolutamente magistral: el lead sintetizado que suena, casi fuera de contexto,
en las piezas más oscuras y con un toque de modulación. En cada escena de
horror, Ortolani introduce este sonido en referencia a la calma, a la
tranquilidad que se ha de tomar por parte de cualquier espectador que presencie
las secuencias, llenas de mórbidos momentos y que son ligeramente matizados por
estos sonidos para alejarlas lo más posible de una simple visión cruenta. El
momento del sacrificio de la tortuga, del pequeño mono por los indígenas…
Es
evidente el poder del tema principal. Ruggero Deodato, el director, siempre con
suspicacias alrededor de su única intención gore como director del filme,
comentó numerosas veces sentencias incluso contradictorias, como también salen
de la crítica o el público. En nuestro campo, la música, queda bien clara una
cosa: Ortolani potencia el dramatismo y la metafísica de la obra de una manera
única e incuestionable. ¿Cómo? Fácil y demostrable: el tema principal, tras
unos segundos de sintetizadores modulados y el sonido lead ya comentado, brota
hermosísimo mientras los expedicionarios desaparecidos queman el poblado;
primera vez que lo hace en una secuencia dramática y de forma tan
extremadamente en primer plano. Sin duda, su sentido en la historia se ha
mostrado, por fin, como revelador de la filosofía de ‘’Holocausto Caníbal’’.
Exactamente esta orientación la encontraremos en la secuencia, previa al final,
más intensa, demoledora y significante de toda la obra: la impactante imagen
del empalamiento de la mujer, descubierta por el grupo, es musicada por
Ortolani mediante un fragmento tranquilo, hermoso y triste, instante de los más
ricos y trabajados de toda la historia del cine (evidentemente, no reconocido).
No podría ser de otra manera para enraizar definitivamente la teoría expuesta
sobre el sentido del tema principal (unido íntimamente con la parte de la
partitura que suena en la escena que comentamos), eje sobre el cual descansa el
significado del filme y que, gracias a la variación que ahora mencionamos en la
dura secuencia, abre las puertas de una devastadora parte final aderezada por
la sensibilidad y, en absoluto, por la irracionalidad.
En
definitiva, composición infravalorada (sencilla, práctica, con un tema
principal hermosísimo y una variación, en la escena que acabamos de indicar,
histórica) inmersa de lleno en el sentido de un filme provocativo,
vilipendiado, rechazado y atacado. La monstruosidad de las imágenes resta
carácter a cualquier otra vertiente de la obra, sea cual fuere su calidad
artística. Ésta, referida a la música es, sin duda, altísima.
A TENER EN CUENTA: filme muy directo y desagradable gracias a un realismo cinematográfico extraordinario. Escenas con animales que pueden herir la sensibilidad. Composición que nunca pretendió abarcar más de lo que hace, idea en su justa medida y de carácter sobresaliente por esto mismo y que, pese a todo, queda ligeramente oculta por el impacto que cada secuencia produce. No obstante, obra de mucho carácter y logro, sin duda imprescindible para conocer cómo se puede trabajar una película extrema con una vertiente musical opuesta. Extraordinaria.
Antonio
Miranda. Julio 2016.
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