EL OLIVO (2016).
La música para ‘’El olivo’’ se
mueve en dos temas principales, como lo hace la historia, entre dos personajes
bien marcados (el abuelo y la nieta) o entre dos lugares ciertamente
diferenciados (España y Alemania); entre dos personalidades opuestas (la
pasividad del anciano y la virulencia de la joven) o dos situaciones
antagónicas (la ilusión y la ternura al lado del abuelo y la energía y
desbocada obsesión en busca del árbol). En fin, la estructura de aplicación de
la banda sonora está inteligentemente cuidada para dar forma, e incluso
fijarla, a la de la historia en sí. El tema principal ), que ya
aparece con presencia desde el inicio, tiene varios significados claros,
siempre escuchándose cuando Alma aparece en los primeros minutos para,
finalizando la introducción, sonando con la figura del abuelo en pantalla,
evidente referencia a la relación dual que se va a establecer en el filme,
atando un fuerte nudo inicial para dejarnos claro quién va a marcar la
historia. Nos encontramos ante el fragmento más cercano al tono desenfadado del
argumento y, sin duda, guía absoluta del viaje que Alma emprenderá,
minimalista, aeróbico y en absoluto expresivo sino, acertadamente, evolutivo en
sentimientos. He leído que su crecimiento emocional es nulo y su música estática; exacto, precisamente así lo requiere la historia, música ''estática'', aeróbica y, sin duda, con un marcado crecimiento equilibrado y no, como casi siempre se pide, visceral.
El segundo de los temas es tan sencillo como acertado, expresivo (ahora sí) y logradísimo. El
artista consigue dar a su intención una globalidad de fuerza pasmosa: una sola
nota mantenida de la sección grave de la orquesta contiene más historia en sí
misma que minutos y minutos del propio argumento en pantalla. Es asombroso cómo
puede llegarse a formar un sentimiento, una imagen, un recuerdo y un ‘’todo’’
mediante una sola nota; realmente, de los
detalles más impactantes y, al tiempo, humildes y escondidos que un estudioso
de la música de cine puede encontrar en una partitura en los últimos años. A mi
parecer, siempre personal (evidentemente), este fragmento, igualmente variado a
lo largo del filme, resulta la parte más importante de la música, los minutos
más intensos y una de las claves para entender el sentido global y el sentimiento
total de la presente obra de la directora Iciar Bollain. Su atmósfera pausada,
incluso ligeramente sintetizada, nos traslada al recuerdo, siempre a la figura
romántica del anciano y al amor incondicional de Alma hacia él. Su escucha a lo
largo de la película se torna una delicia, simplemente brotar la nota única
inicial provoca estados hipnóticos y alusiones instantáneas a la unión delicada
y tierna entre el anciano y su tierra: su árbol.
Concluyendo, ejemplo de cómo una música práctica puede ser, igualmente, notable. Su función no pretende ser otra y la que es, sin duda, ejerce de inyección positiva a un argumento que necesita de ella inexorablemente. Muy recomendable trabajo.
A TENER EN CUENTA: La fuerza que el
artista otorga a uno de los dos temas principales, inicialmente y en apariencia
el que parte por detrás, pero que adquiere una importancia tan grande que la
sencillez compositiva de su forma sólo la consiguen verdaderos artistas. Terminada la
historia, Gaigne compone los créditos finales con una elegancia que la
aparición del diálogo entre instrumento de cuerda y piano, tras los
acontecimientos acaecidos, parece tomar una vida propia como si de una nueva
historia, con ambos protagonistas, se tratara. Espléndido inicio de estos
títulos finales.
PUNTUACIÓN: 8
Antonio Miranda. Mayo 2016.
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