10 sobre 10
Título original: Shadow of a doubt
Año: 1943
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Alfred
Hitchcock
Intérpretes: Joseph Cotten, Teresa Wright,
MacDonald Carey, Henry Travers
Música: Dimitri
Tiomkin
Sinopsis: En su intento de esquivar a las autoridades, que le pisan los
talones por la sospecha de que pudiera ser un asesino de viudas ricas, Charlie
Oakley acude a pasar una temporada a casa de su hermana, que vive en la pequeña
localidad californiana de Santa Rosa junto a su marido y sus hijos. Pronto, su
sobrina Charlie, que lo admira y con quien tiene un vínculo muy especial,
comienza a sospechar que esconde algo.
Infravalorada obra maestra del
genial Alfred Hitchcock, dentro de cuya filmografía nada tiene que envidiar a
títulos tales como Vértigo, Psicosis o Con la muerte en los talones a la hora de ocupar los primeros
puestos de sus mejores películas, puesto que, si bien éstas últimas y otras
varias gozan de mayor popularidad, muy pocas de ellas superan en exquisitez a
la que nos ocupa. No en vano, conviene recordar que para el propio Hitchcock
ésta era su favorita de todas las películas de su filmografía.
Como es habitual en el cine del
“Mago del suspense”, La sombra de una
duda aúna la capacidad de satisfacer tanto al gran público como al cinéfilo
más exigente. Y es que bajo una capa superficial donde se desarrolla una trama
de suspense, subyace otra capa con una temática de mayor profundidad filosófica
o humanista. En el presente caso, podría decirse que, tras la primera capa con
la trama sobre el pasado oculto del tío Charlie, el tema principal que se aborda
es la dualidad del ser humano o cómo la bondad y la maldad conviven en la misma
esencia de la condición humana, siendo ambos extremos representados,
respectivamente, por la joven Charlie y su tío.
Esta idea es anticipada de manera
magistral en el arranque del metraje: la primera secuencia se inicia, tras una
serie de planos de ubicación en Philadelphia, con la aparición del tío Charlie,
tumbado sobre una cama en primer término, cerrando el encuadre inferior y
orientado de derecha a izquierda de la imagen. En la siguiente secuencia, ubicada
ya en Santa Rosa, es su sobrina quien es presentada de idéntica forma pero finalmente
tumbada en sentido opuesto. De esta manera, ambos personajes se identifican
como las dos caras de la misma moneda. Para un mayor subrayado, los dos se
llaman de igual forma: Charlie (la joven aclara en una escena que le pusieron
dicho nombre porque su madre pensaba que era igual a su tío: “somos como
gemelos”). Con estos ingredientes, el especial vínculo entre ambos resulta
evidente.
Merece la pena una breve
reflexión sobre el personaje protagonista. Lo que en el fondo representa es la
maldad inherente al ser humano, a menudo oculta tras la siempre más visible
bondad. Bajo la feliz vida del pequeño pueblo de Santa Rosa, donde reinan la
armonía y el bien, puede hallarse alguien de apariencia respetable y que dona
dinero a los huérfanos, como el tío Charlie, pero que esconde el interior más
corrupto.
La película es una auténtica
sucesión de muestras de cómo hacer cine, comenzando por la ya citada
presentación de los protagonistas y continuando, por citar sólo algunos
ejemplos, con la llegada a la estación del tren en el que viaja el tío Charlie,
despidiendo esa humareda negra que se adueña de la escena y que anuncia la
irrupción del mal en la vida idílica del pueblo (representada por una apacible
música que se ve interrumpida por la siniestra llegada del tren); aquella otra
escena que tiene lugar en el interior de un bar nocturno cuando un jugueteo que
el tío Charlie hace inconscientemente con una servilleta supone su confesión
(qué genial y sencilla abstracción para un momento clave dentro de la trama); o
el uso del vals La viuda alegre,
tarareado por los protagonistas en determinados momentos, como leitmotiv asociado
a los oscuros capítulos del pasado del protagonista. Perfectos ejemplos todos
ellos de cómo resolver con maestría y brillantez diversos momentos de la
narración cinematográfica.
Merecen también ser destacados
otros aspectos como la interpretación de todo el reparto, con especial mención
para el dúo protagonista formado por Joseph Cotten y Teresa Wright; la excelente
fotografía de Joseph A. Valentine, a menudo con conseguidos juegos de luces y
sombras para dejar entre penumbras al tío Charlie en contraste con la simbólica
luminosidad del pueblo; y la banda sonora de Dimitri Tiomkin, enormemente resolutiva
en la narración en todo momento.
A modo de anécdota para concluir,
el propio Alfred Hitchcock protagoniza un breve cameo, como era habitual en
casi todas sus películas. Aparece como viajero jugando una partida de bridge
frente a un matrimonio en el tren en el que viaja el tío Charlie. Un primer
plano permite ver sus cartas y tiene una jugada ganadora, ¿será un guiño del
gran “Hitch”, consciente desde el primer momento de tener una obra maestra
entre manos?
Trailer de la película.
Calificación: 10
Ignacio Santos. Noviembre 2015.
Genial película
ResponderEliminarSin duda, Acorazado! Gracias por participar!
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