Extraordinaria composición de composiciones con una estructura en rectas secantes que supone la sorpresa de cualquier estudioso que se adentre en Memorias de África con la idea de un Barry poderoso, dueño y señor de la partitura: nada más lejos.
La forma en la que el director, Sidney Pollack, organiza la música de esta pausada e interesante película es de una prudencia y estudio verdaderamente ejemplares en la historia de la música creando, finalmente, una sola intención que devalúa individualmente a cada parte (Barry y Mozart) pero que origina un resultado final muy expresivo y sorprendente.
Si has escuchado la excelente partitura de John Barry para el filme y lo visionas por vez primera, tu estupefacción irá creciendo cuando te des cuenta del verdadero sentido de su música, de la auténtica humildad y segundo plano que, en definitiva, Barry acomete y cómo la sonoridad de Mozart va
Ejemplo de cómo tumbar drásticamente a dos ejércitos armados: John Williams deambula prudente durante todo el metraje para terminar entrando a formar parte de una contienda que finaliza ganando con creces a chinos y tibetanos.
Obra extraordinaria por su timidez, por su moderación, por su marcha en segundo plano y sumisión a la historia e, incluso, a las secuencias quizá caprichosas del director; no obstante, en numerosas ocasiones y durante perdidos minutos sin demasiado sentido a lo largo de los tres primeros cuartos de historia, Jean Jacques Annaud ensimisma su deseo en sentencias de los protagonistas o secuencias que ni el propio Williams cree posibles. El sinigual compositor norteamericano acepta resignado estas directrices como queriendo decir: ''...bien; no obstante la composición deshabitada que me propone usted lleva por condición que yo
Asombrosa
ductilidad del maestro Morricone. La música de ‘’Hasta que llegó su hora’’
guarda una adaptabilidad a las situaciones y caracteres de personajes altísima
y consigue aunar cuadros desiguales en uno principal, que es el sentido global
de la partitura. Morricone en estado puro, sin miramientos comerciales ni de
grandeza. Romanticismo intelectual insertado en la crudeza del ambiente y un tema
de los mejores de la historia, curiosamente compuesto para la escena más tierna de un western: la llegada
de Jill. Sólo el detalle de la entrada de la voz soprano cuando la mujer inicia
el paso más firme tras bajar del tren es inconcebible para cualquiera.
Inigualable.
2 POR UN PUÑADO DE DÓLARES-1964
Obra de
nivel altísimo e imprescindible a la hora de entender cómo un compositor es el
director de la propia película. La forma en que Morricone manda en la imagen es
asombrosa. Y su tema principal, que inicia la aventura en los créditos y
primera escena, ejemplo del empaste absoluto de la música con las secuencias:
paradigma de cómo el artista inyecta los ‘miles’ de elementos que aparecen en
estos primeros minutos en forma de su compleja composición y sinfín de capas
sonoras. Únicamente Bernard Herrmann en su tema principal para ‘North by
northwest’ o el estilo único de John Williams podrían competir con este caso.
Musicalmente, el western más desatado y directo de la historia.
3 LOS INTOCABLES
DE ELLIOT NESS- 1987
Partitura de las más equilibradas y trabajadas
del músico romano. El uso de los graves como parte protagonista de todo es
excepcional, incluso cuando no toman cuerpo primero. El tema principal es de
una violencia patente afortunadamente desorbitada y los graves se muestran de
una de las más perfectas maneras en todo el panorama cinematográfico.
Influenciada por los western en su ámbito narrativo y con una amalgama
riquísima de matices y estilos que, aún así, forman una unión insuperable.
Composición que atrapa de manera inexplicable. Mejor obra para una película que
no sea western del maestro italiano.
4 EL BUENO, EL FEO Y EL MALO-1966
Un inicio
y un final admirables y una banda sonora, en definitiva, sobresaliente que pudo
ser perfecta de no haber resultado poco conjuntada la parte de la lucha entre
los ejércitos; no obstante, imprescindible y con un motivo principal de los
mejores de la historia del cine, fabricado en base a las dos entregas
anteriores. Su herida perfección debería ser motivo indudable de cualquier
artista para no cometer imprudencias que tumben las obras de arte. Curiosa
deducción pero, no obstante, solamente sacada de genios como Ennio Morricone.
5 LA MISIÓN- 1986
Belleza y Romanticismo excelsos de una obra
que fabricó todo el potencial para haber sido la mejor jamás compuesta por
nadie. Su hermosura no puede humanamente describirse; así que sólo queda poder
explicar por qué no lo fue. Los temas principales son versionados
constantemente y habría sido un punto a favor variaciones más completas y menos
presentes. El resto de la composición, la narrativa, no llega a una calidad compositiva
sobresaliente al adaptarse a la imagen sin pretender más. No obstante, de los
momentos íntimos escuchándola que más harán estremecer a cualquier oído humano.
6 CINEMA PARADISO-
1988
No es posible adorar la expresividad en mayor
grado que en esta composición. Cómo Morricone asombra con giros drásticos
dentro de una partitura pausada es, realmente, inexplicable. El uso puntual de
la música de cámara con las cuerdas de la orquesta y la llegada entonces de los
vientos de forma ‘brusca’ pocas veces se puede disfrutar como en esta
partitura. Alarde de intelecto infantil, podría emplearse para concienciar
desde tempranas edades a los más pequeños: las melodías sencillas, aderezadas
como nunca por la orquestación del autor, embriagarán a cualquiera que las
escuche. Hermosísima. Una recomendación: no os perdáis la interpretación del
violinista Itzhak Perlman.
7 ERASE UNA VEZ
EN AMÉRICA- 1984
Sin duda, el más elegante de los scores de
Morricone. Delicadísimo trato de los temas. Empleo más cuidadoso y sutil de la
voz que nunca. Lástima el uso de la composición ‘Amapola’, compuesta por el
español José María Lacalle en 1920 que, si bien lo versiona exquisitamente, impide
a la originalidad de la partitura poder de haber sido de sus primeras obras.
8- BAARÌA- 2009
Hay compositores que tras años de trabajo
nunca dieron vida a su música. Baaría es el ejemplo cómo con una aplicación
directa y fácil se engendran expresiones con alma, cuerpos vivos o instantes
con forma. Composición de las más sencillas del Maestro; eso sí, esa sencillez
que pocos alcanzan: de esas bandas sonoras que no se olvidan y ejemplo máximo
de la personalidad del autor: humildad de genio universal.
9- LA MUERTE TENÍA UN PRECIO- 1965
Tras la
absoluta e incomparable ‘’Por un puñado de dólares’’, la segunda parte de la
llamada ‘’Trilogía del dólar’’ arranca con unas características que proyectan
la estructura y forma de las partes compositivas de su predecesora, ligeramente
por debajo de la experimentación y el riesgo del tema principal pero con una
expresividad, en los instantes puntuales, muy alta. La introducción es
devastadora. El desarrollo del argumento mantiene viva una historia pausada y,
al tiempo, con un dinamismo intenso que la partitura se encarga de matizar,
siempre de manera puntual y en pocas ocasiones mediante secuencias musicales
largas. La tercera de la trilogía pero, no obstante, muy a tener en cuenta.
10- LOS ODIOSOS
8- 2015
Estudiadísima
partitura, su último aporte al cine y único Oscar del autor (sin contar el
honorífico de 2006). La violencia del tema principal y la tensión del
secundario alejan al italiano de los matices tragicómicos tan peculiares y
sobresalientes de sus pasados westerns. No obstante, delicia sonora escuchar al
Maestro en una grabación moderna en la que el máximo empeño reside en la
narración: dueño absoluto de la escena.
Excepcional producción con un dinamismo, una figura poderosísima de Bruce Lee y una combinación de sensaciones musicales sobresalientes.
Operación Dragón representa el ejemplo de un maestro de la música de cine y cómo afianzar su figura en un filme nada fácil para una banda sonora.
Nos encontramos en Enter The Dragon con una particularidad a modo anecdótico pero con una importancia, una desfachatez del músico (intentar y conseguir