Película de culto y master class del mejor compositor de la
historia del cine.
El filme ya clásico de Steven Spielberg supone un ejemplo de
obra comercial con innumerables matices de cuidados y no menos detalles de
autor que hacen de su visionado una auténtica aventura de calidad. La
partitura, absolutamente, dirige toda la historia.
John Williams siempre será infravalorado por gran parte de
los seguidores de la música de cine amantes de otras vertientes, ya sean
modernas o de otros autores; no obstante, cuando somos capaces de un estudio en
detalle y les invitamos a contemplar con la imagen o escuchar la composición
aislada, y se llega a ser consciente de la complejidad de su ‘otra música’,
nadie debería dejar de inclinar su admiración por él. Nos referimos en Jaws,
como en otras muchas suyas, a la parte 'no principal' de la partitura, a esa otra
partitura que no hace referencia al tema archiconocido o a sus universales melodías. En el caso de Tiburón, End Titles alude inexorablemente a una de las
piezas más sobresalientes compuestas jamás para el séptimo arte: ‘’The shark cage
fugue’’.
No nos detendremos en el empleo de este tema para tal aspecto
o aquél para el otro, ya se ha escrito mucho al respecto y en End Titles no
somos muy partidarios de este tipo y vertiente del análisis de la música en el
cine, absolutamente respetable y repleto de enseñanzas, pero personalmente creo
que otros matices de las bandas sonoras han sido claramente olvidados. John
Williams compone en ‘’The shark cage fugue’’ una pieza clásica exquisita de un
nivel fuera del alcance de la mayor parte de compositores, ejemplo de lo cual
lo tenemos en la dirección que el compositor llevó a cabo para la majestuosa
interpretación en uno de los templos de la historia de la música clásica:
Viena. El nivel compositivo tan alto es la pieza perfecta del puzzle que se
inicia en el empaste de la música con la imagen. Ambas cosas, en la música de
cine, es el máximo alcanzable por cualquier artista y el cuerpo completo sobre
el que dictar críticas o valoraciones.
La pieza comentada es empleada por Williams en varios
fragmentos de la historia, como lo es el tema principal, descaradamente
presentado desde el primer segundo, algo muy complicado para que,
posteriormente y durante todo el metraje, el compositor consiga alcanzar el
efecto que el director pretende, y Williams lo logra admirablemente con una
paleta de recursos, ya sean combinaciones de notas, combinaciones progresivas
de otros temas musicales o incluso variaciones en el tempo del tema, que nos
deja perplejos aún conociendo lo que a continuación nos deparará el filme.
Estructura estudiadísima, una habilidad para componer
desbordante y una agilidad a la hora de narrar las escenas envidiable. Un
entramado sin igual para terminar con la mezcla de todos los temas empleados en
el filme para cerrar el desenlace en una muestra de competencia que pocas veces
se puede ver en el cine y la música.
Obra maestra del cine y de la música. Genio: John Williams.
Antonio Miranda
Marzo 2021
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