BSO- TAXI DRIVER- Bernard Herrmann




10 sobre 10

TAXI DRIVER (1976)
BERNARD HERRMANN

Festival de Cannes: Palma de Oro

Banda sonora turbadora, la más arriesgada del autor y, por instantes, con las composiciones más vigorosas de su carrera. La combinación de matices de su propio (y personalísimo) estilo con el mundo del jazz, aderezado todo hacia el control de las imágenes hace de ‘Taxi Driver’ la obra más inesperada del músico y ejemplo máximo de su versatilidad maestra. Esta obra pareció señalarle con el dedo de manera tan inquietante como la música giraba drásticamente con ella y decidió metafóricamente, quizá, terminar con la vida de su creador tras concluir su grabación para quedar, ¿quién sabe?, como única muestra de un nuevo estilo.

Herrmann compone asombrosamente toda la cinta en el inicial tema principal. Se nos anuncia el sentido último de la obra, incluso sus detalles, y el terrible mundo que se nos avecina con la sola presencia de estos minutos y cuatro o cinco movimientos de cámara del director. Una unión tan exquisita como lo era la que tenía con Hitchcock y el planteamiento de dos vertientes musicales, como lo serán las de la historia: la vida y la muerte.



Con una de las escenas más impactantes de la historia del cine (y no nos referimos a la fantástica final), musicalmente hablando (conduciendo de noche el taxi, su cliente anuncia que va a matar a su propia mujer a la cual se ve a través de una ventana cometiendo una infidelidad), Herrmann, que ya ha compuesto la escena (recordemos las palabras iniciales de esta reseña) matiza en detalles acudiendo por vez primera a su orquestación en forma de sus ya envenenados y famosos vientos sordos. Las notas son mantenidas, intermitentes, una especie de los temas de la ducha en ‘Psicosis’ o John Williams en ‘Jaws’: ni tan conocidas ni tan mediáticas y sí, no cabe duda, igualmente impactantes. Más sobrias, más contenidas y más sigilosas… Asombroso. Deteniéndonos en ella, su estructura es inigualable. Las cuatro notas  que van agravándose (y que se erigen a partir de ahora como las reinas de la partitura) son interpretadas por los vientos cuando la imagen asciende por la fachada de la casa. El momento es tenso. Segundos antes del marido desvelar la identidad de la mujer a la que se refiere, Herrmann convierte las cuatro notas en una, la cual repite dos veces con una duración equivalente a las anteriores, con lo que inyecta mayor nerviosismo al espectador y consigue, sutilmente, que la partitura continúe sonando aún cuando ningún instrumento se escucha: el instrumento ahora es la voz del marido diciendo que se trata de su mujer y la va a matar. Es, sencillamente, genial. Lo que hace de un músico incrementar su labor a la de una dirección de escenas que ni los directores podrían conseguir. Aquí, sólo en End Titles, podrás encontrar la explicación a la trascendencia y calidad de esta secuencia aparentemente poco importante. Su poder de cambio en los acontecimientos queda demostrado con el enlace que Herrmann teje, pocos segundos después, al terminar la conversación entre el protagonista y su amigo taxista en la que le confiesa sus problemas de identidad, de vida existencial al fin y al cabo: termina la secuencia con las cuatro notas antes mencionadas.



Como hemos dicho, la evolución del filme es magnífica, poco a poco llega la obscuridad de la vida y nos damos cuenta de la facilidad con la que compositor y director nos la habían anunciado en los primeros segundos de historia: la vida y la depravación, el amor y el odio. El inicio del director  en su carrera trabajando con música original y el final del genio en vida: su última composición, habiendo sido concebida (quizá de ahí su naturaleza igualmente enfermiza) enfermo Herrmann de gravedad. La vida nos concedió el tiempo preciso para concluir su trabajo. En definitiva, obra ejemplar en su carrera y en la música de cine.




Puntuación: 10

Antonio Miranda. Mayo 2019







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