9 sobre 10
FESTIVAL DE CANNES: mejor Director
Un condamné à mort s'est échappé ou Le vent souffle où il veut (1956)
W. A. MOZART
Película intelectual, pausada,
filosófica en la que un condenado a muerte estudia y lleva a cabo su fuga de
prisión. El filme tiene marcados matices religiosos, características notables
de fe y, sin duda, orientado hacia las creencias, la constancia y las metáforas
entre vida y muerte, entre praxis y pensamiento. Esto, absolutamente, nos lo
indica el uso que el director hace de la música en la historia.
El empleo de la partitura es
estudiadísimo aunque, en apariencia y tras recibir con sorpresa deducciones
sobre la composición y su poco uso en el filme (falso), uno queda ensimismado
por la buena disposición final de Bresson y Mozart a tenor de lo desapercibidas
que pasan las notas para la mayoría de los críticos. La música, queridos
amigos, es la primera pista para el estudio del significado de una producción
cinematográfica.
La historia transcurre siempre en
planos primeros (increíble) y con lugares y secuencias repetidas, como bien se
trata de la vida monótona en una cárcel. El uso de la música también es así:
con una estructura simétrica, sonando orquesta y coro (el fragmento más
extenso) al inicio y al final, el director emplea la misma frase orquestal
(cual leitmotiv), sin coro, durante toda la cinta, cada diez medidos minutos,
antes de la última y larga secuencia final: asombroso y estudiado al milímetro.
Por otro lado, el fragmento de la
‘Missa in C minor, K. 427’ de Mozart (obra única en el filme) es aplicado con
coro, ya dicho, y sin él. Ambas vertientes tienen un claro significado: la
aparición de las voces simboliza la libertad, el exterior y aparecen al inicio
y al final cuando la historia está en exteriores, primero perdiendo la libertad
y, finalmente, consiguiéndola (la religión); la otra vertiente, sin voces y con
las cuerdas de la orquesta y aplicada de manera monótona siempre cada diez
minutos y cuando los presos salen todos juntos al patio, nos da a conocer su
vida en los interiores de la cárcel, la privación de libertad (el camino de la
‘no religión’). Tengamos en cuenta que uno de los símbolos musicales más
fuertes de toda la historia, relacionado con la religión, es el coro de voces.
El detalle con el que se cierra
la obra es esplendoroso: Bresson aplica la parte en la que Mozart ha cambiado
la tonalidad de tema principal, usado hasta ahora. Nos resulta más limpio, más
vital dentro del sufrimiento y la muerte: los presos han escapado.
Ejemplo de cómo emplear
sutilmente y, al tiempo, de forma sobresaliente la música clásica en el cine.
PUNTUACIÓN: 9
Antonio Miranda. Agosto 2018.
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