JOHN CARPENTER & JIM LANG.
Intensa y
sutil partitura original durante el primer tercio de ‘’In the mouth of
darkness’’. La aplicación, nuevamente, toma el mando en las composiciones del
genial John Carpenter, sin duda al mando de esta obra y que deja un par de
detalles exquisitos en la primera media hora: tras el sustento atmosférico del
conjunto de pads sintetizados, la aparición del tema principal en el primer
contacto del investigador protagonista con la nueva novela del escritor
desaparecido, en un ambiente sombrío y oscuro y, sin duda, extraño, es de una
elegancia y calidad sobresalientes. Los sonidos sintetizados de piano pulsados,
ya con notas concretas y su desarrollo minutos más tarde, cuando la escena
vuelve a repetirse, marcan el inicio de un argumento de veras tensionado.
Carpenter y sus sintetizadores mandan. El primer tercio concluye con una
secuencia (John Trent descubre un mapa donde se supone se encuentra Sutter
Cane, el escritor) en la que la música ejerce una de las mayores influencias en
la carrera del director-compositor: fascinante empleo de la contención musical
para general angustia.
‘’En la boca
del miedo’’ guarda innumerables instantes de una belleza cinematográfica
(musicalmente hablando) arrolladora: a mitad de historia, cuando Trent y su
acompañante llegan al pueblo de Sutter Cane y charlan en la habitación del
hotel, tras haber sido atendidos por una misteriosa anciana, la referencia a
‘’Psicosis’’, de Bernard Herrmann, es tan plausible que su belleza es inigualable,
hecho complicadísimo al tratarse de una similitud tan grande tanto en partitura
como en contenido y escena. La composición mantiene una intriga intensísima,
cual Herrmann a la orquesta, pero llevando al terreno del estilo ‘’Carpenter’’
absolutamente todo lo que escuchamos. El sintetizador ejerce una fuerza tal
que, si bien el genio compositor de tantas películas de Alfred Hitchcock está
presente en todo momento, la partitura actual es capaz de centrar, a su vez,
todo el contenido en su propio y referente estilo. Sin duda, inolvidable
momento.
Desde la
minimalista e hiriente nota aguda mantenida, mientras Trent es objeto del final
del libro de Cane, hasta el ligero giro a la acción, pasando por un apoyo del
último tercio siempre en segundo plano, la parte final se convierte en una
aeróbica inyección que, personificada en la secuencia del regreso de Trent a la
‘’realidad’’, mantiene el compositor de forma hábil como si de la forzada
marcha de todos hacia la muerte, el mal o la destrucción se tratase. En
definitiva, un equilibrio notabilísimo en sus tres partes que convierte a esta
obra en una composición de las más conseguidas del genio compositor, junto a
Jim Lang. Imprescindible, como toda la obra de John Carpenter.
PUNTUACIÓN: 8.5
ANTONIO MIRANDA. ENERO 2016.
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