Sin duda, la obra más
extravagante y original de todas las que presentamos en el ciclo ‘’Vampiros de
autor’’. Partitura tragicómica, siempre caminando entre el dramatismo coloreado
y la música bufa tal y como el director, Roman Polanski, pretende transmitir
con la atmósfera global del filme. Escenas musicadas de forma constante (pero
con silencios prolongados que se hacen notar) balanceando Komeda su composición
desde los rincones más cercanos a la experimentación hasta los tintes
sutilmente clásicos que asoman en los fragmentos asociados al vampiro.
La narración domina totalmente la
primera parte del metraje musicado. Komeda impregna a las escenas de transición
y alguna activa una orientación pura hacia contar lo que ocurre, poder cerrar
los ojos e imaginarse a los dos investigadores cómicamente persiguiendo al
nuevo vampiro, dueño del caserón. Sólo cuando el mundo vampírico asoma
verdaderamente sus rasgos la partitura ladea sus tonos, los convierte en
relativamente extraños a las melodías y algo próximos a la experimentación,
como ya hemos dicho.
La mitad del filme empuja
drásticamente a la composición hacia niveles sobresalientes. Ejemplo de cómo
las imágenes también pueden ayudar a la música, la ambientación sobrecargada,
artística y barroca del castillo del conde Von Krolock acaricia dulcemente a
unas notas que cada vez abandonan más la narración y dedican su tiempo a
delinear las elegancias y tensiones de un lugar y un personaje envueltos por el
misterio. Precisamente la unión de esta vertiente con la hasta ahora dominante
(la narrativa) fusiona sus intenciones en una secuencia maravillosa,
seguramente desapercibida para la mayoría pero con una fuerza musical
arrolladora: el profesor Ambrosius y su discípulo entran a la cripta del
castillo a través de las zonas altas. El compositor inicia un minimalismo
radical con el que, usando instrumentos de viento y percusión, narra la escena
al tiempo que acopla una base de coros femeninos, reflejo de la ambientación
vampírica que reina en el lugar. Una opción realmente conseguida, intencionada
y ejemplar. La cumbre sobresaliente de la obra y, a partir de aquí, elección de
la estructura formal de la música.
Un final importante, en el que
las dos vertientes musicales van a darse íntimamente la mano (los coros y los
instrumentos narrativos van a entonar las mismas notas, significado de la
fusión final de la partitura y la condición humana y la sobrenatural), cierra
una obra de alto nivel, estudiada, trabajada y con una estructura sencilla
pero, al tiempo, muy conseguida. Sin duda, imprescindible en la saga de
vampiros de autor.
PUNTUACIÓN: 8.5
Antonio Miranda. Marzo 2017.
Antonio Miranda. Marzo 2017.
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