9 sobre 10
ARRIVAL (2016).
JÓHANN
JÓHANNSSON.
Partitura
absorbentemente lineal, de gran complejidad, difícil escucha y una aplicación
en pantalla tranquilamente violenta. La composición del autor de la
extraordinaria ‘’Sicario’’ se mueve por un sinfín de detalles, todos ellos
milimétricamente estudiados y que nos llevan desde matices renacentistas hasta
momentos claramente experimentales, electroacústicos o, incluso, mixturas
sorprendentes en el estudio detallado de la obra ya que, sin duda, resulta una
producción compacta y muy fiel a la imagen para con la cual muchos de sus
adornos quedan positivamente ocultos.
Podríamos
delinear la partitura para ‘’The arrival’’ mediante el trazo uniforme de una
nota, llevémosla siempre a los registros clave de la banda sonora (los graves)
y modulemos a nuestro antojo, dentro de las escalas empleadas por los numerosos
sonidos que nos encontramos, hasta conseguir la expresión de una contención
potencial devastadora, uniforme, curvilínea y delicada (como lo es el lenguaje
del filme). La complejidad que resulta de esta acción es inaudita como así
mismo se configura la de la partitura. La dual composición de los matices
renacentistas en las voces con otros experimentales en las mismas o el empleo
del clavicordio (instrumento antiquísimo) frente a los pads infinitos nos hacen
enfrentar directamente los dos mundos del filme, el humano y el extraterrestre
otorgándonos a nosotros, como seres primitivos respecto a aquellos, el adorno
renacentista. Extraordinario.
Lamentamos
la inclusión en el filme (a modo de cuerda que anuda la historia), de la pieza
de Max Ritcher ‘’On the nature of daylight’’ (‘’The blue notebooks’’, 2004)
siempre en relación al conjunto formado por Jóhannsson (no se incluye en la
edición de la banda sonora). El tema en sí, insertado en el global y al
referirse exclusivamente al lado más sentimental del filme, queda bien
empastado aunque, escudriñando detalles y sentidos, lleguemos a descubrir
grietas que pudieran llevarnos hacia las dudas que genera su tan dispar forma
en relación a la creada por la partitura original. No cabe duda que ha sido un
deseo exclusivo del director, Denis Villeneuve, ya que, afirmándolo
fervientemente, Jóhannsson podría haber creado un motivo de la misma influencia
y calidad o, sin duda, mayor y haber estado emparentado directamente con el
resto de su trabajo. Una lástima.
El
filme rebosa seriedad y buen hacer, igual que la música. Siempre prudente y con
una gama de graves que hacen disfrutar cada secuencia, el compositor fabrica su
primera verdadera aparición en pantalla de forma sutil hasta generar unos
minutos de auténtico poder: la escena es escalofriante, devastadora, ingente y
titánica, tanto en imagen como en música y se inicia con las modulaciones de
los graves dando una sensación de traslación de las situaciones verticales de ascensión
a la nave hacia las horizontales del campo gravitatorio de la misma:
extraordinario. El resto de la secuencia y de la composición resulta ejemplar
para cualquier director y compositor que se adentren en el intento de dar a
conocer una impresión absoluta, un campo de emociones altísimas y pretendan
hacerlo con seriedad y perfección: inigualable y, sin duda, el instante más
alto de la partitura.
Los
detalles en ‘’La llegada’’ son numerosísimos. Encontramos en la obra la
simbiosis entre varios conceptos que se trabajan en toda la historia: el
lenguaje, la comunicación, la polifonía musical, las voces experimentales y las
que proyectan la ligera impresión de música renacentista… En fin, una
interrelación tan completa y compleja como lo es el sistema lingüístico de los
extraterrestres y su interpretación por parte de los humanos. Importante
debemos de calificar el detalle positivo del director que, pese a insertar la
composición no original para el filme del mencionado compositor Max Ritcher, no
lo hace en los instantes en que la partitura de Jóhannsson ya se encuentra
asentada, ni siquiera en las imágenes de la protagonista que representan
secuencias estrechamente relacionadas con las que al inicio y al final son
‘’musicadas’’ con la citada pieza.
En
definitiva, nueva colaboración entre director y compositor que no defrauda, de
seriedad manifiesta, trabajo estudiado, minimalismo electrónico percusivo en
muchas ocasiones y con una frialdad agresiva que, si bien como unión de
sustantivo y adjetivo podría desorientarnos, tras el visionado del filme
terminaremos por entenderlo. Ejemplar método y una de las bandas sonoras del
presente curso.
A
TENER EN CUENTA: la firmeza con la que la música se presenta en la obra,
siempre oscura, compacta y fortísima pese a desarrollarse sin apenas subidas o
bajadas. Cuando a una partitura no se le consigue sacar nada negativo, su
puntuación sube. La obra es un referente actual sobre cómo componer para cine
con una sencillez máxima y una practicidad por encima del beneficio propio de
la música. Mencionaremos la no inclusión, por parte de Villeuve, de la
capacidad de Jóhannsson para crear un tema pausado y orquestal que iniciara y
cerrara la historia y aupara a la obra hasta el máximo sobresaliente.
PUNTUACIÓN:
9