E.T.: The Extra-Terrestrial (1982)
Steven Spielberg/ John Williams
Escena de Elliot y ET por primera vez volando en bicicleta
Película comercial donde las haya y, no por eso, menos interesante. El paso de los años enriquece su visionado, embelesa con su partitura y asombra con un final desorbitadamente sentimental.
La secuencia a estudio es el paradigma de cómo un compositor excede en calidad, estructura, sensaciones...en todo, a cualquier otro. John Williams ha sido de los pocos músicos capaces de musicar una escena, conseguir un clímax de sensaciones en ella gracias al clímax musical y, a los pocos segundos, lograr un segundo momento de las mismas o superiores características que llega a dejar perplejo a cualquier melómano empedernido o estudioso del séptimo arte.
El primer instante al que hacemos referencia es cuando niño y extraterrestre emprenden el vuelo en bici, algo tan sorprendente y espectacular que, con el fragmento álgido de la partitura, el espectador ya ha colmado sus expectativas sentimentales, llenas de asombro, del momento.
Sin nosotros ser conscientes de ello, Williams nos conduce como si de vehículos a su merced fuéramos tal y como ET dirige a Elliot y la bici. La escena nos devuelve a la ilusión y a la prudencia al tiempo, a la calma tras el despegue, al tránsito hermoso incluso por la famosa toma de la bici, el niño y ET con la luna de fondo hasta ser capaz, como por arte de magia, de crear un segundo clímax coincidiendo con el grito del niño, una explosión de adrenalina como la que todos sentiríamos volando. Asombroso.
Cómo John Williams es capaz de elaborar, aparentemente imperceptible y fácil, esta estructura de doble apogeo inmediato es el ejemplo de su genialidad, de su indiscutible presteza compositiva y, al tiempo, de su indudable dirección cinematográfica.
El más grande compositor de cine de todos los tiempos.
NOTA MÚSICA EN LA ESCENA:10
NOTA BANDA SONORA:10
Antonio Miranda Morales
Febrero 2021
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