(ENTRADA DINÁMICA, EN CONSTANTE AMPLIACIÓN)
(¿Te apasiona, dentro del género del terror, los subgéneros ''Vampiros'' y ''Brujería''? Aquí encontrarás el segundo. Si eres fiel seguidor del primero, End Titles tiene dedicado un ciclo al mundo de los vampiros. Puedes encontrarlo en el siguiente enlace: ''VAMPIROS DE AUTOR'' ).
Iniciamos en este Ciclo las terroríficas partituras de las mejores películas de terror de todos los tiempos. Poco a poco, como muchas de ellas inyectan el miedo en nuestra mente, iremos provocando el interés por la comprensión de estas grandes películas entendidas desde sus composiciones complejas, transitorias en unos casos, complejísimas en otros, pero que siempre levantan la admiración no por la sorpresa o el susto sino, con toda garantía, por su estudio, aplicación e inteligencia compositiva muy lejos de esas otras producciones simples, odiosas y con cuatro acordes mal intuidos, fabricados y empleados.
LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (1935)
FRANZ WAXMAN.
9 sobre 10
Mucho ha
cambiado la concepción artístico-musical sobre las películas de terror. El
arte, la escenografía, los argumentos, los medios. No obstante, el apartado
musical, al cual nos ceñimos, siempre ha sido, en su genérica idea, muy
parecido. Aportemos, eso sí, los potentes efectos de sonido o la electrónica
musical de la actualidad, que dotan a las imágenes de una fuerza aplastante que
años atrás no se podía conseguir. El compositor de antaño, así comparadas ambas
épocas, otorgaba a toda escena, o incluso detalle, una ‘’artística musical’’
que, aún queriendo simplemente describir un golpe, caída o instante, lo hacía
adornando el momento de una belleza orquestal que ahora ya no existe. Gran
parte de este cine estaba influenciado, como la obra que tratamos, por el
sinfonismo de autores como Saint-Saëns, Smetana, Debussy o Strauss, todos ellos
dando forma al preludio artístico de la música de cine: el poema sinfónico.
El tema de
Pretorius se hará más presente avanzando hacia el final. El personaje se
convierte en el Ser principal que resuelve, manda y piensa. Waxman se centrará
entonces en convertir su narración sinfónica en una descripción suave, llegando
al detalle de percutir y simular el latido del corazón, arrítmico,
experimentado por los doctores cuando estos descubren que cobra vida. Todo es tensión, los episodios se suceden,
pero Waxman consigue que pasen desapercibidos y nuestra idea quede martilleada
por el constante y embriagador ‘’latido’’, concluyendo la obra con la magistral
composición, dramática y romántica, del tema de la novia y el final del filme.
En
conclusión, una magistral obra de Franz Waxman que roza los grandes niveles
artísticos del sinfonismo alemán.
EL ENIGMA DE OTRO MUNDO (1951)
DIMITRI TIOMKIN
7 sobre 10
Iguales a ella las hay, pero partituras superiores en brusquedad estructural no encontrarás en la historia de la música de cine. ‘The Thin…’ resulta de una organización musical tan extrema que podríamos separar las dos partes creadas y seguirla o precederla con historias distintas. Fantástico. Nos encontramos ante un fragmento absolutamente latente, donde Tiomkin usa la música como anuncio de algo, como un concepto oculto al cual él pone en escena y otro patente sin duda, menos presente en la aventura pero, cuando lo hace, tan intenso que el monstruo es, literalmente, música.
PSYCHO (1960).
BERNARD HERRMANN.
10 sobre 10
El monólogo último de Bates, neurótico y perdido para siempre, en esa imagen fascinante envuelto en la manta y apoyado por las notas de la música, de nuevo pausadas e insolentes, nos conduce al final de una partitura inigualable. Norman explica, en pocos segundos, el ilustre, distinguido y exquisitamente perturbado contenido de esta obra maestra de la música de cine.
‘’Psicosis’’ representa una de las pocas obras cumbre en la historia de la composición para cine. Un manejo del lenguaje tan profundo y complejo que el mismísimo Alfred Hitchcock quedó deslumbrado al comprobar cómo su, hasta el momento, poco creíble producción había alcanzado la categoría de obra maestra después de que Bernard Herrmann escribiese su propio guión. Es el ejemplo de cómo un genio de la música de cine convirtió en inmortal una obra que su propio director empezaba a desechar para la gran pantalla.
PINCHA AQUÍ PARA LEER LA CRÍTICA COMPLETA DE ''PSYCHO''
PINCHA AQUÍ PARA LEER LA CRÍTICA COMPLETA DE ''PSYCHO''
LA SEMILLA DEL DIABLO (1968)
CHRISTOPHER KOMEDA.
(Subgénero ''Brujería'')
(Subgénero ''Brujería'')
10 sobre 10
SIN RECURRIR A ELEMENTOS EXTERNOS A LA IMAGEN QUE PUDIERAN INCREMENTAR LA SENSACIÓN DE TERROR, su director, Roman Polansky, consigue fabricar un filme poderoso y ya mitificado dentro del género de terror. La música sigue un desarrollo parecido y paralelo de tal forma que, durante la primera media hora, las notas hacen acto de presencia levemente dejando su función compositiva a un interesante detalle: Polansky ejerce de Komeda consiguiendo unos movimientos de cámara sencillamente musicales, exquisitos y tensos pocas veces logrados o, incluso, experimentados.
El desenlace de la partitura nos conduce hacia donde lo hace el director, sensaciones confusas, extrañas, nada convencionales hasta desembocar en la nana final, cierre del círculo con el que comenzó el filme, tarareada por la propia actriz Mia Farrow y que resume magníficamente el contenido y significado de una película abierta a interpretaciones, nada explícita y con un global latente que nunca podría haber sido compuesto mediante tonalidades y caminos musicales al uso.
Sin duda, grandísimo trabajo del compositor que ya, con la extraordinaria partitura de la no menos sobresaliente película ''El baile de los vampiros'', también de Polansky realizada el año anterior, había demostrado solvencia y una magnífica postura para con la música de cine.
El desenlace de la partitura nos conduce hacia donde lo hace el director, sensaciones confusas, extrañas, nada convencionales hasta desembocar en la nana final, cierre del círculo con el que comenzó el filme, tarareada por la propia actriz Mia Farrow y que resume magníficamente el contenido y significado de una película abierta a interpretaciones, nada explícita y con un global latente que nunca podría haber sido compuesto mediante tonalidades y caminos musicales al uso.
Sin duda, grandísimo trabajo del compositor que ya, con la extraordinaria partitura de la no menos sobresaliente película ''El baile de los vampiros'', también de Polansky realizada el año anterior, había demostrado solvencia y una magnífica postura para con la música de cine.
FRANKENSTEIN MUST BE DESTROYED
(1969).
JAMES BERNARD.
9 sobre 10
La composición no está presente
de forma constante en la historia de ‘’Frankenstein must be destroyed’’; no
obstante, su impresión sí. La fuerza que tiene queda tatuada e imborrable en
cada momento y los detalles, cuando la escuchamos, dejan perplejo a cualquier
estudioso de sus apuntes: los dos doctores, ya inmersos en la búsqueda de nuevo
material quirúrgico, son descubiertos. La escena, no llegada la media hora, es
ejemplo del resto de la obra. Bernard aplica un motivo narrativo ligero que irá
balanceando según el director quiera mostrar personajes, instantes o
sensaciones. Él nunca lo abandonará y terminará la escena versionándolo, tras
la muerte del hombre, a un ritmo lento, cansino y absolutamente distinto a su
inicial. Realmente la complejidad de componer un momento mediante el empleo
único de un motivo musical es enorme y el mérito, incuestionable.
El clarinete y el oboe son los
instrumentos más importantes de la partitura. Dicho, queda clara su orientación
(de un cariz intrigante y mental más que terrorífico). Las escenas se
estructuran siempre en una dualidad marcadísima que el músico desarrolla sin
ningún tipo de restricción, sometiendo su música a las imágenes de una historia
que crece y se orienta más allá del simple horror como cliché del personaje.
Composición, en
definitiva, de una forma simple que agudiza su complejidad en la parte final,
siempre habiendo mantenido una postura seria, firme, muy estudiada y con
instantes de verdadero nivel cinematográfico. Imprescindible en las aportaciones
del artista a las producciones de la Hammer.
SUSPIRIA (1977).
GOBLIN & DARIO ARGENTO.
(Subgénero ''Brujería'')
8,5 sobre 10
Extraordinario
comienzo de una cinta terrorífica, artística, barroca e intensísima. La
partitura, compuesta por el intermitente grupo de rock progresivo Goblin y
orientada bajo la participación importante de Argento, se mantiene en una clara
estructura dual con el tema principal, por un lado y siempre asociado al mal
(aeróbicamente tenso, como si de una daga afilada que penetra en la carne
lentamente se tratara) y, por otro, las piezas experimentales y atonales que
los músicos aplican para crear una atmósfera dramática y agobiante.
Precisamente, con la multitud de formas presentadas en el inicio de la obra,
los compositores, mezclando todo tipo de registros que luego irán planteando de
manera más discreta, alardean de una introducción arrolladora tal y como se le
presenta a la joven asesinada, justo en esos momentos, la situación de apuro y
horror que terminará con su vida. Gran inicio que abre las puertas a una
película insuperable.
Los
detalles en ‘’Suspiria’’ son magníficos y crecen a medida que la cinta avanza.
Muerte de Sarah, la compañera de Suzy con la que compartía muchas de las
inquietudes y miedos en la academia de danza. Suena de nuevo, en el mismo
sentido descrito con las víctimas anteriores, el tema principal. Más allá de la
melodía bien definida, la secuencia es asombrosa. La música tiene una
influencia sobre la película, marcada en este instante más que en ningún otro,
incuestionable y proyectándonos más lejos, en autores y producciones
posteriores de la talla de John Carpenter o, incluso, el gran Stanley Kubrick y
su ‘’Resplandor’’. La escena, sin lugar a dudas, es fuente de inspiración para
la famosa cinta de terror del director de ‘’2001: una odisea en el espacio’’,
cuando Jack Torrance rompe con su hacha la puerta del baño en busca de su
mujer. Los paralelismos son inauditos y el trabajo de la partitura, indudable
punto de partida para los minutos en los que mejor insertó Kubrick su música no
original en ‘’El resplandor’’. Previo a la secuencia, Goblin muestra su fuerza
en una imagen maravillosa: la cámara, desde lo alto, muestra la forja de una
barandilla en forma de tridente amenazante hacia la figura hermosa de las dos
jóvenes bañándose en la piscina. Los sonidos aparecen y reflejan una relación
con el resto de la obra musical de gran nivel
pudiéndose, en cualquier instante de la escucha del tema, insertar las
notas melódicas del tema principal: la relación interna de composición entre
toda la partitura es evidente.
Con influencias de
la música de ‘’La profecía’’ y ‘’El exorcista’’, partitura
sobresaliente, íntegra, fortísima y con un resultado final muy estudiado y
digno de tener entre los mejores del cine de terror de todos los tiempos.
HALLOWEEN (1981).
JOHN CARPENTER.
8 sobre 10
‘’Hemos
llegado’’, pronuncia el doctor. Comienza la música de Carpenter. Maravillosa
sensación. El Mal está aquí, no lo vemos, lo escuchamos y su presencia ya nos
aterra.
John
Carpenter es un maestro reclamando atenciones; la trama va sucediendo de forma
tranquila, pausas continuas o acciones ralentizadas con las apariciones del
personaje. El compositor/director tiene la ventaja de ser ambas cosas y narra
de forma habilísima, con estas dos cualidades,
la cuerda central que va uniendo sucesos con intelecto. La música,
alternando el tema principal (que se identifica con Michael Myers) con los
secundarios (que acompañan los momentos de acción pausada), se hace el
referente de la parte inicial del metraje y siempre, siempre, nos lleva al lado
oscuro y reflexivo del argumento. Las secuencias son sencillas grabaciones; la
música, de la misma forma, roza la simpleza. Todo unido alcanza un nivel
altísimo de intención y continuará casi simétricamente en la segunda parte de
la obra.
Michael
Myers mata y respira y ambas cosas las ejecuta pacientemente; sus jadeos tras
la máscara complementarían una acción trepidante de fuerza y energía. Pero no,
Myers asesina esperando el momento y apenas inquietando su respiración. La
escuchamos como efecto de sonido y ella y la música son los dos matices, a
priori secundarios, que alejan al espectador de la simpleza aparente de unos
sucesos en cadena que poco más que lo que se ve podríamos llegar a pensar que
son. ‘’Halloween’’ y Michael Myers van más allá y John Carpenter nos lo hace
ver con estos dos apuntes tan elementales como sensatos y estudiados. Y muestra
de este razonado hacer lo vemos en algún pequeño pero interesante ejemplo:
Myers aparece durante todo el metraje pero es al iniciarse la persecución final
de Laurie en la casa de su amiga cuando más directo y frontal se nos muestra.
Carpenter lo matiza con el piano y se inicia una pequeña y nueva melodía que en
ningún momento había usado antes. Magistral. Surgirán entonces ligeros arreglos
originales hasta silenciar y, por fin, encumbrar a Michael Myers eternamente en
la historia del cine y la música componiendo su ausencia con el tema principal.
Concluyendo,
un trabajo exquisito de un genio incomprendido; el minimalismo filosófico y
casi hiriente de la música de ‘’Halloween’’ puede ser ignorado o admirado. Quien
esto escribe se queda con la segunda opción y comprende la fuerte influencia de
este trabajo en la composición moderna para cine.
ALIEN: EL OCTAVO PASAJERO (1979).
JERRY GOLDSMITH.
PUNTUACIÓN DE LA MÚSICA EN EL FILME: 6
PUNTUACIÓN DE LA MÚSICA ORIGINAL COMPLETA DEL AUTOR: 9
Existen
casos, en la historia del cine, en los que decisiones de última hora por parte
de los directores benefician a sus obras y otros, irremediablemente,
perjudican. En el ámbito de la música de cine encontramos dos acontecimientos
excepcionales en creaciones de máximo nivel artístico. En la exquisita ‘’2001:
una odisea en el espacio’’, Stanley Kubrick acertó a la hora de girar el
sentido de su historia y desechar la partitura del genial Alex North, aventurera
y poco profunda. En el caso de Ridley Scott para ‘’Alien, el octavo pasajero’’,
resulta al contrario. El filme mantiene una atmósfera impactante, tensa y
lóbrega. Sin duda, conociendo la composición del genio californiano, su
completa adhesión a las imágenes habría alzado, aún más si cabe, esta creación mítica hasta niveles
desconocidos. Una lástima que el director optase por rechazar parte de la
partitura de Goldsmith y emplear motivos de otras bandas sonoras suyas
anteriores (‘’Freud’’, de John Huston) y alguna pieza clásica.
El
artista planta su sello desde el comienzo. La sutileza con que va a tratar la
obra es tal que nadie diría se tratara de un filme de terror. Su pragmatismo
parcial es extraordinario, llevándonos (al parar el análisis en algo más que lo
que vemos) hacia mundos más especiales, inquietos y atractivos que un simple
espanto. Los títulos iniciales, sencillos y pausados, son un ejemplo a seguir
por cualquier artista que se acerque a la creación cinematográfica. Los
posteriores minutos, a modo de introducción (en los que el autor está presente
con su obra original), igualmente relevantes y mostrando, ya de antemano y
directo, el carácter autoritario de la venidera criatura extraña a modo de paseo
por la nave, como presente en todo lo que vemos mediante el alma etérea de la
música del compositor. Medido, calmado y horrorosamente agobiante. Su función
es descriptiva, pero llega más allá: invoca voluntariamente la extraña realidad
del alienígena y mantiene, con la llegada de la expedición a la zona
investigada, unos tonos (mediante las cuerdas) cercanos al mejor Ligety de
‘’2001’’, no obstante con un matiz propio y los golpes de arco sobre la cuerda
del instrumento como patrón especial de su composición que, a los pocos
minutos, consuman su significado en una escena sublime, tanto en imagen como en
partitura, un momento espeluznantemente descrito por Goldsmith: los golpes de
arco (siempre aderezados mediante un ‘’delay’’ electrónico) pasan ahora a
fomentar un ritmo mucho más lento que antes, reflejo de la forma extraterrestre
que acaban de descubrir los expedicionarios, un cuerpo terrible y gigante,
también como lo son los intentos (soberbios) del músico por darle forma
mediante su composición. Plausible pero, al tiempo, difícil para el oído
cómodo; atractivo para el inquieto y ejemplo de cómo el compositor moldea a su
gusto la forma pétrea del monstruo. Vamos concienciando a nuestra atención de
cómo el autor, hábilmente, ha sobrepasado los clichés de su época en cuanto al
sinfonismo en las películas de ciencia ficción (‘’Star wars’’) y arriesga su
forma y estructura hacia mundos más enigmáticos y experimentales, también
reflejo del ambiente y lugares fríos, oscuros y siniestros en los que se mueven
los protagonistas.
En
definitiva, obra mayúscula del artista, sin duda referente en el ámbito del
terror y la ciencia-ficción, y error inadmisible del director en la elección y
organización de la música para su película, que le supone un inconveniente de
estructura muy importante.
THE FOG (1980).
JOHN CARPENTER.
8,5 sobre 10
Partitura de las más
comedidas y serias del genial artista,
suave, linealmente formada con propósito buscado y con un tema principal que en
ningún momento, pese a sus múltiples aplicaciones en pantalla, quiebra la
suavidad fantasmagórica de la niebla que, a su vez, es mantenida y referida por
toques de pads en una sola nota prolongada. Interesantes matices que nos hacen
comprender cómo un personaje es abrigado por dos temas principales, algo extrañísimo
en la historia de la música de cine. ¿Quién, si no, iba a hacerlo? John
Carpenter.
EL RESPLANDOR (1980).
Béla Bártok, Wendy Carlos &
Rachel Elkind, Drzysztof Penderecki y György Ligeti.
7 sobre 10
El conjunto de
piezas que conforman la música para ‘’The shining’’ demuestran, sin duda, el
conocimiento y la dedicada afición de su director para con la música clásica y,
más concretamente, la música contemporánea y experimental. La obra muestra los
numerosos fragmentos mediante una inserción continua en pantalla y, pese a
ello, gran equilibrio entre todas, algo complicado tratándose de variados
autores. Sin duda, el director y compositor polaco Krzysztof Penderecki es el
eje central de todo el global y sus piezas experimentales, oscuras y complejas
arman un cuerpo robusto aunque, a veces, demasiado presente en la historia,
manejando así la mente del espectador y no dejando una libre interpretación
mediante necesarios silencios musicales, aspecto éste en el que la producción
se debilita, musicalmente hablando.
Wendy Carlos y
Rachel Elkind versionan un fragmento de la ‘’Sinfonía Fantástica’’ de Héctor
Berlioz y con él componen el tema principal de créditos, una idea interesante
de Kubrick que, si bien opta por una pieza original, la gira inteligentemente
hacia una obra clásica para seguir una línea equilibrada en toda la historia.
Yéndonos más allá en el tiempo, el tema tomado por Berlioz se remonta al siglo
XIII, concretamente al ‘’Dies Irae’’ de Tomás de Celano, unas notas y
estructura que, referidas a un texto sobre el día del Juicio Final, ya no se
separarán del concepto de muerte y dolor. Sin duda, ambos aspectos unifican la
idea de lo que Kubrick está por contar.
Mención
especial merece la famosa escena en la que Jack Torrance inicia la persecución
de su mujer y su hijo, hacha en mano. El tratamiento de la secuencia y
posterior silencio son ejemplares, forma en la que todo el filme debiera
haberse entendido. Los minutos finales a los que da paso, marcados por los
temas en los que las cuerdas graves potencian el conjunto de las piezas, son
espectaculares. No obstante, deformación mental progresiva de unos personajes
que hay que entender como el objetivo fundamental y final de la música en la
película. Una desfiguración intelectual constante, como permanente son los
sonidos histriónicos de toda la música.
En definitiva,
alarde de aplicación musical que, si bien se excede en presencia y minutaje,
consigue transformar el terror en una esquizofrenia absoluta gracias a la
intensa presencia de unos fragmentos musicales complicados de escuchar y
fáciles de admirar.
THE THING (1982)
ENNIO MORRICONE.
7sobre 10
La influencia
de los directores en la música de sus compositores es indudable y ‘’La cosa’’
lo ejemplifica mejor que ninguna otra obra. Seguidor tenaz de John Carpenter
como músico, quien esto escribe considera la partitura para el filme que nos
ocupa como una oportunidad perdida del famoso creador de ‘’Halloween’’ para
aumentar las exquisitas producciones musicales de su carrera. Habrá gente que
se sorprenda de lo que digo por dos razones. La primera de ellas es olvidar
implícitamente, en dicho comentario u opinión, quién ha compuesto esta banda
sonora y la segunda, sin duda, considerar la obra de Carpenter (la musical) de
indiscutible calidad. Ambas razones son justificables, pero igualmente
rebatibles: la originalidad y exquisita forma de componer del artista
estadounidense son incuestionables, aunque difíciles de digerir; por otra
parte, Morricone se deja llevar por la idea de Carpenter. Su composición para
‘’La cosa’’ rebosa, por todos lados, ideas de su director según concibe éste la
música. El artista italiano se encarga del lado orquestal, eso sí, pero si
estudiamos con detenimiento las notas y estructuras, sin duda ha dejado de lado
su estilo para insertarse de lleno en el único de Carpenter (y esto, por
fortuna, sólo él lo sabe pulir sin defectos);en ambos artistas, no resultó
negativo pero sí frenó en seco la posible llegada de esta banda sonora a la
categoría de sobresaliente.
En definitiva, una partitura que cumple su función
meramente descriptiva en la película, que permanece oscura para muchos en la
carrera de Morricone (y para otros indiferente) y que pudo ser, y no fue, una
de las siempre geniales creaciones musicales de Carpenter.
HELLRAISER (1987).
CHRISTOPHER YOUNG.
8 sobre 10
Película de
culto, escasísimo presupuesto (a tener muy en cuenta) y un clásico del cine de
terror, la música de Hellraiser guarda un trabajo de notabilísima calidad.
Combinación de orquesta clásica con elementos sintetizados y de melodías
oscuras, bien apoyadas en las cuerdas de los violines, con efectos sonoros
brillantemente combinados. Bebe ligeramente de composiciones anteriores
(Charles Berstein, Maurice Jarre, el primer James Horner o Jerry Goldsmith)
pero sirve, sin duda, de fuente para otras maestras posteriores e incluso muy
lejanas al género (sonoridades de ‘’La delgada línea roja’’, claros ambientes
de ‘’El silencio de los corderos’’ o, incluso, ‘’el Drácula’’ de Kilar).
‘’Hellraiser’’
crece, como obra global, poco a poco. Es llamativo: la partitura no. Ésta opta
por una estructura piramidal equilibrada durante el transcurrir del filme,
mantenida alrededor del vals anteriormente citado, que es el ápice de la
pirámide musical y que queda magníficamente escoltado por los temas de los
créditos, tanto iniciales como finales, reflejando la importancia del sentido
lírico y sentimental de esta cruda barbarie.
Concluyendo,
la composición del músico americano para ‘’Hellraiser’’ goza de una calidad muy
alta. Nunca habremos de escucharla atendiendo al sentido literal de sus notas;
la obra, sin duda, carece de literalidad y se adhiere como nunca al carácter
filosófico de temas tan delicados como la violencia, el sadomasoquismo o el
mismo romanticismo. Gran obra.
THE LORDS OF SALEM (2012).
JOHN 5 Y GRIFFIN BOICE.
(Subgénero ''Brujería'')
(Subgénero ''Brujería'')
5,5 sobre 10
DE CÓMO UNA SECUENCIA MALOGRADA
PUEDE DESATAR EL ENTUSIASMO DEL ESTUDIOSO. Así podríamos titular la partitura
para ‘’The lord of Salem’’, siempre desequilibrada, por momentos interesantes y
por otros desastrosamente aplicada a la escena. Empecemos por el mencionado
título, momento pasada la hora de metraje en el que la protagonista, llevada en
silla de ruedas por las tres señoras del
complejo de apartamentos en alquiler, accede a la misteriosa y satánica
habitación número 5. Suena Mozart y su ‘’Requiem’’, una pieza gloriosa,
fantasmagóricamente hermosa como lo será la parafernalia barroca del escenario
que se encontrará la chica segundos después. El error, tremendo, consiste en
iniciar la música cuando la secuencia todavía nos genera un estado de sorpresa
ante la ridícula situación de las tres señoras mayores, ciertamente con una
interpretación desafortunada. Lo es, y mucho, el inicio de la obra de Mozart
cuando todavía no vemos el esplendor de la habitación-palacio a la que la joven
va a acceder que, precisamente, pasados varios segundos consigue mostrarse bien
unida a las notas tras la ridícula primera impresión. Cuando la chica sale el
director y músico aplica el tema pausado a piano que ya hemos escuchado alguna
vez durante el filme, de todas formas un motivo muy simple y sin nada que
aportar, mucho menos tras el asentamiento de la buena impresión entre Mozart y
Satán (que había costado lo suyo). Nos encontramos ante unos de los peores
minutos ‘’musicados’’ en la historia del cine.
Minutos más tarde de lo
mencionado, Mozart sí luce. El director aplica la música cuando la imagen lo
requiere. La partitura original brota entonces, como lo hace finalmente el
filme, de manera más firme y afianzada confirmando el error del resto de ella,
pobre, débil y de una personalidad realmente debatible. Las secuencias finales,
de gran fuerza y calidad en determinados momentos, hacen olvidar prácticamente
todos los minutos anteriores y nos plantean la duda de, si todo hubiese ido por
derroteros como los postreros (usando los sintetizadores como base de la
composición), qué habrían conseguido los compositores en un filme poco
equilibrado pero interesante en muchos momentos.
En definitiva, obra al ritmo
marcado por la historia y su director, a ratos delirante, otros algo ridículo y
varios muy atractivos y oscuros. El tema principal, motivo del grupo que envía
un disco a la protagonista y desencadena los acontecimientos, de gran fuerza y
calidad pese a su sencillez y cierto minimalismo y que debería haber sido, sin
duda, el punto central que hubiese expandido su influencia a toda la
‘’musicalización’’ del filme.
THE
BABADOOK (2014).
JED
KURZEL.
7 sobre 10
EJEMPLO
DE CÓMO TRANSFORMAR UNA IDEA TRIVIAL (el tema principal lo es) en elemento
puntualmente usado de forma magistral. Lo que en ‘’The Babadook’’ se inicia
como una melodía común, simplona y nada original referida al motivo que
identifica al filme termina por, a mitad de historia, girar bruscamente,
acoplarse a la aparición del monstruo por vez primera y mezclarse con lo que
hasta ahora había sido la parte más importante de la música (las piezas
descriptivas sintetizadas y experimentales). Esto nos lleva, al tiempo, a
erguir la postura, recopilar metraje y darnos cuenta que nos encontramos ante
una obra muy seria, estudiada y bien planteada. En cuanto a composición, muy
inteligente.
Partitura
controlada y pausada incluso en los instantes más activos e intensos, su
dominio del ambiente es absoluto y la inserción de los sonidos notable, siempre
en esa postura anaeróbica que produce una simbiosis total con el agobiante
trasfondo del filme. Queda para propuesta negativa, obviando su aparición
mencionada cuando el monstruo da sus primeras muestras en pantalla, el tema
principal que, finalmente, es empleado una o dos veces más rebajando el
entusiasmo artístico generado por su primera mezcla con la parte más
atmosférica; no obstante, interesantísimo filme y música a la altura de una
buena creación.
LA BRUJA (2016).
MARK KORVEN.
(Subgénero ''Brujería'')
(Subgénero ''Brujería'')
8 sobre 10
Cinta independiente, culta,
enigmática, pausada y directa. Mark Korven, el autor canadiense de la
fantástica ‘’Cube’’ (1997), nos deleita con una partitura experimental,
desgarradora, tal como si los gritos sutiles de las sombras del mal acudieran
hasta el espectador con intenciones nada fastuosas y sí, por el contrario,
tintadas de evolución terrorífica. Lejos de la composición fácil, Korven
fabrica una paleta de colores musicales secundarios siempre, a veces de escasos
segundos y en todo momento como apoyo a una historia narrada con paciencia.
Si escuchamos sin pausa el tema
de inicio del filme y el final, siendo el primero de Korven y el último de música
tradicional renacentista, nos daremos cuenta del trabajo estudiado que los
compositores llevan a cabo cuando forman la estructura, siempre guiados por el
director, de una buena banda sonora. El músico, de su mano, introduce la
historia en una época concreta, la del Renacimiento tardío, logrando un
equilibrio armónico que finalmente cerrará la obra con las dos piezas no
originales de época, incluso la cantada ‘’Isle of Wight’’, cuya voz podría
introducirse sin ninguna dificultad en la pieza referida del artista canadiense
que abre ‘’La bruja’’. A partir de aquí, un relato experimental, atonal y
complejo (polifónicamente experimental),
con prontas referencias corales a los aquelarres o situaciones de impacto, pero
siempre empastadas con el resto de los sonidos y en todo instante desarrolladas
con progresión.
Korven soluciona un posible
problema inicial de manera nada sinuosa y casi sin darnos cuenta: la posible
sobrecarga de la música referenciando la figura visible de la Bruja, pasada
buena parte de la historia, fluye y se abre al identificarse progresivamente
con el resto de personajes y situaciones. Podremos comprender muchas cosas más
finalizando el filme, ser conscientes de la proyección que el artista hace con
sus notas hacia la escena final del aquelarre o la falta de un tema melódico
principal asociado a la Bruja, visible en fragmentos muy puntuales y difuminada
como figura concreta al final. Inteligente propuesta del músico.
Las referencias en el filme de
‘’The Witch’’ son evidentes, desde Bergman o Dreyer, pasando por ‘’El bosque’’
de Shyamalan, hasta la iconografía de Cristo o, en nuestro ámbito, partituras
de conocidas bandas sonoras (‘’La profecía’’, ‘’El exorcista’’…) y, sobre todo,
una ambientación muy cercana al gran recurso musical de Stanley Kubrick, una de
las piezas clave de sus éxitos y que mejor supo trabajar para sus filmes:
György Ligeti.
Concluyendo, partitura para
minorías, compleja, progresiva y nada fácil de escuchar. Si estás radicalmente
cerca de la música melódica y comercial, no te aproximes a la amenazante
propuesta que comentamos. O sí, hazlo con precaución y, sin duda, podrás
descubrir que en el mundo de la oscuridad nace el Arte.