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UN CHIEN ANDALOU (1929).
RICHARD WAGNER.
Complejísimo análisis el que
podría surgir de la obra de Luis Buñuel y la aplicación que él mismo ideó en
los años veinte (ya que habitualmente las películas mudas se acompañaban de
representaciones con música en directo) y ya para su aplicación definitiva,
tres décadas después. Hemos de simplificar su sentido a un cariz narrativo y
expresionista absolutos, siempre apoyando el lado surrealista de su creación
pero, al tiempo, dotando a éste de una fuerza y tono realmente potentes,
cambiando notablemente el resultado inicial por uno final más completo y, al
tiempo, complejo. Bien es cierto que de la idea nacida en los años veinte no
guardamos seguridad alguna. Lo único certero es el uso de las notas del clásico
compositor alemán, en un inicio abarcando el total de la música de la obra de
Buñuel que tratamos pero que, conocedor éste de la aversión de la sociedad
francesa seguidora del surrealismo por la música de Wagner, redujo el contenido
hasta combinarlo con un par de piezas populares de tango argentino procedentes
de grabaciones de los años cincuenta.
Dos son las vertientes que ofrece
la historia de ‘’Un perro andaluz’’, ambas situaciones oníricas de los dos
genios que dan cuerpo a la obra: Buñuel y Dalí. Dos orientaciones musicales,
igualmente, acompañan esta segunda versión de la película en los años sesenta:
el tango y la pieza clásica de la partitura de ‘’Tristán e Isolda’’. El primero
(concretado en dos temas, uno de ellos recurrente) lo escuchamos siempre en el interior
de las habitaciones y la obra de Wagner, en exteriores. La primera, más
pasional y extrema, acompaña los acontecimientos igualmente extremos (la
cuchilla cortando el ojo, los pensamientos sexuales del hombre hacia la mujer…);
la segunda, mayor en elegancia, sutil e intelectual, nos llevará a instantes
más elevados e idealistas (el paseo en bici, la muerte…), con el detalle
estructural final de ambas piezas escuchándose inicialmente en interiores para
terminar en zonas abiertas como simbología de su encuentro y fusión, como en
numerosas ocasiones sucede con objetos, sentidos y situaciones en el filme.
En definitiva, ejemplo de la
importancia en segundo plano, pese a la continua presencia en pantalla, de la
música en una obra maestra del séptimo arte y de cómo puede influir la
composición en unas imágenes preconcebidas sin ella.
ANTONIO MIRANDA. Junio 2016.
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