EL CABALLO DE TURÍN



Enlace directo a la reseña de su banda sonora en End Titles:




Título original: A Tórinói ló
Año: 2011
Nacionalidad: Hungría
Director: Béla Tarr
Intérpretes: János Derzsi, Erika Bók, Mihály Kormos
Música: Mihály Vig
Sinopsis: Alegórico relato que sigue siete rutinarios días de las vidas de un viejo cochero y su hija, inmersos en una incesante tormenta de viento.

            El caballo de Turín, broche de oro a la filmografía de Béla Tarr (pues según las palabras del propio autor húngaro, no volvería a dirigir), es un grito desesperado. Desesperado ante el vacío de la vida y la condición mortal del hombre. 146 minutos de hipnótica belleza en los que la cámara, serena, sigue las repetitivas rutinas diarias de los protagonistas mientras una tormenta de viento de tintes apocalípticos azota su apartada cabaña.

            No hay esperanza para la humanidad, como no la hay para los personajes de esta historia: seres alienados y entregados a la repetición diaria de unas tareas encaminadas a la supervivencia, que los privan de un horizonte digno y que los sumen en el más absoluto vacío. Por si fuera poco, una serie de insólitos hechos (el cese del sonido de las termitas, el cambio de comportamiento del caballo, la repentina sequía del pozo,…) hacen presagiar la inevitable llegada de algo temible, algo de lo que es inútil huir: la oscuridad definitiva.



            Sin embargo, no se atisba en ellos la más mínima ansia por revertir su hastío y apasionarse por algo, sino que aceptan silenciosamente que no cabe esperar nada mejor de la existencia. Y es ésta una reflexión que no se limita a la particularidad de dos personajes de escasos recursos en la Hungría rural de finales del XIX, sino que es aplicable a pasado, presente y futuro de la humanidad en su conjunto.

            La película, en un bello blanco y negro que desborda un lirismo inigualable, se compone de una sucesión de larguísimos planos secuencia, tan propios de su genial director. En ellos, prima un estilo claramente contemplativo y reflexivo, no apto para todos los paladares, pero que eleva El caballo de Turín a la categoría de obra maestra.



            Con ella, Tarr alcanza la culminación de su cine, tanto a nivel estilístico como de contenido, ya que su discurso llega aquí al más alto grado de pesimismo. Junto a todos los componentes citados, debe ser resaltada la genial composición musical de Mihály Vig, tan repetitiva y alienante como la vida de los protagonistas y el viento que los golpea.

            Calificación: 10

            Ignacio Santos.

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