9 sobre 10
HARRY POTTER AND THE SORCERER'S STONE (2001).
JOHN WILLIAMS.
Analizada
una obra musical para una saga como la que tratamos, tan llena de detalles,
atmósferas y personajes, años después de su formación es, sin duda, fascinante.
La primera entrega de todas las partes inicia la referencia de un global que
ya, aunque lo pretenda, jamás podrá escapar al ambiente que la partitura del
genio John Williams compuso. No podemos concebir absolutamente ninguna minucia
de Harry sin su tema principal, lo primero que se escucha y con una
introducción que fija todo lo posterior. En media hora, el genio compositor
solidifica su tema y presenta otros dos, hermosos y enteros no menos que el
primero y, al tiempo, con un apoyo a las imágenes, cuando no narra lo que se
ve, que pocos artistas han alcanzado nunca. Hemos de saborear las partituras de
Williams, siempre, desde atrás. ¿Qué queremos decir con esto?: tan conocidos y
alabados son sus temas que el resto de la obra parezca quedar en segundo plano.
No es así y, alejado de todo sentido comercial y fácil, las notas de Williams,
sus estructuras y sus capas de composición asombran por la perfección y
’’milimetría’’ artísticas. Ejemplo de todo esto es el fragmento musical,
encomiable (aunque no demasiado llamativo) durante el cual Harry conoce todos
los lugares maravillosos del Callejón Diagon. Finalizamos, con la llegada de
los niños a Howarts, un primer tercio que, escuchando únicamente su partitura,
nos daría un contorno y cuerpo bien formados ya sobre el mundo Harry Potter.
Fantástico.
La
parte central de la aventura, ya en la escuela de magia, se convierte en un
incontable número de detalles, melodías y descripciones en las que el
compositor parece desenvolverse como en ningún otro momento. Desde el tema de
Howarts, pasando por los instantes de misterio y llegando al atrevimiento de
los tres nuevos amigos en la zona prohibida del piso tercero de la residencia:
Williams da un nuevo giro y golpea al espectador con la primera pieza de
auténtico activo y terror. El músico, sin titubear, va creando un amasijo tan
perfecto de narraciones y descripciones que parece nunca antes conseguido. A
los pocos minutos, segunda llamada a la atención: el troll. Y en escasos quince
minutos, la tercera: el partido de quidditch. Williams rompe con brusquedad el
tono lineal de toda su composición en estos tres momentos concretos. No es
casualidad ya que músico y su director plantean, en un ternario inteligente y
entre la multitudinaria atmósfera de fantasía y algarabía por lo llamativo, el
aviso sobre el mundo oscuro y el peligro que, irremediablemente, descansa oculto
en la residencia. Los tres breves instantes son concluidos con la prolongación
del tercero en una narración musical, como siempre en Williams, asombrosa,
tanto en composición como en detalles.
A
punto de cumplirse las dos horas de metraje, inmersos de lleno en el último
tercio de la obra y próximo el desenlace, la partitura crece, ilumina y
concluye. No lo hace realmente, pero sí en contenido y objetivos: el malvado Voldemort
aparece por vez primera y se encara con Harry. Los minutos precedentes, yendo
el joven mago por el bosque, son apoyados de una manera tan absoluta por el
‘’maestro’’, acometiendo sutilmente una pieza pausada e inquieta en forma de
vals macabro que, sin más, el éxtasis musical ha llegado. Williams no ejerce en
esta obra primera de la famosa saga de una forma grandilocuente, fastuosa; lo
hace comedido, con toques melódicos elegantes y los tres golpes de atención ya
comentados. Este episodio que nos presenta al peligroso personaje es el final
de una inquietud que responde al más alto enigma de la historia de Harry
Potter: Voldemort. Sin duda, una primera aparición y la música, asociados,
insuperable. El desenlace nos guarda una grata sorpresa: el fragmento que el
artista compone para la partida de ajedrez, compositivamente hablando, es de lo
más potente de la presente obra. Ligeramente por detrás del cara a cara
anterior (ya que, en concepto, no representa mayor sentido o idea que la
narración de una secuencia), no obstante llega a niveles sobresalientes en
cuanto a tema musical concebido.
En
conclusión, un trabajo de altísimo calibre que muestra, dejando de lado el
cariz comercial o infantil de la producción, la madurez del artista en un
compendio de temas memorables, detalles de sincronización ejemplares y
capacidad narrativa y descriptiva como nadie puede demostrar. John Williams, de
nuevo, genio del arte actual.
ESCÚCHALA SI...: no quieres perderte otro universo Williams encomiable, con melodías inigualables y una capacidad narrativa única.
NO LA ESCUCHES SI...: incomprensiblemente no te gusta el genio más grande de la música de cine o, inevitablemente, rechazas Harry Potter.
RECOMENDACIÓN END TITLES: sin duda.
OTRAS OBRAS DEL AUTOR: ''War horse'', ''Home alone''.
PUNTUACIÓN: 9
Antonio Miranda. Julio 2015.
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