7 sobre 10
EL HOBBIT: AN UNEXPECTED JOURNEY (2012).
HOWARD SHORE.
Nos
encontramos ante la entrega inicial de la trilogía precedente a la famosa saga
de ‘’El Señor de los Anillos’’, composición ya mítica en la historia de la
música de cine. Shore se presentaba ante la batuta de estas adjudicaciones con
el peso indudable de la obra que ya había creado, una delicia artística que
suponía en el tiempo la parte posterior a la que ahora se enfrentaba. Difícil
tarea a desempeñar para dar forma a una partitura que debía tener relación
directa con las famosas ya puestas sobre la mesa pero que, al mismo tiempo,
habría de mostrar una cara independiente y la sensación de encontrarnos ante
unas notas que fueran origen de aquéllas.
El inicio de
la trilogía que nos ocupa es el punto central del riesgo que asumía Howard
Shore a la hora de adoptar una postura u otra con su partitura. El uso de
referentes estaba ya sentenciado. Peter Jackson lo hace y ya desde esta
orientación condiciona una composición clara referencia a la otra para su
anterior y exitosa trilogía del Anillo. El compositor no duda y así lo hace,
manteniendo una tensión narrativa inicial estupenda a través de la combinación
de los temas ya existentes de la Comarca y ahora ya otros nuevos, oscuros y
tensos. Cuando la historia da un paso atrás de 60 años todo parece cambiar: la
música produce esta sensación. Gran habilidad de Shore y vuelta de nuevo, a los
pocos segundos, a las referencias, ambientes y estructuras de la música del
Anillo. El artista nos deja claro por dónde se moverá en estas nuevas entregas
y, concretamente, en la primera que ahora estudiamos.
El
inicio de la primera entrega de ‘’El Hobbit’’ nos deja un comienzo y un final
de primer tercio atractivos y, por otro lado, fuertes paradas de ritmo y
soledad musical. Sin duda, el desequilibrio de esta larguísima introducción de
historia dificulta al compositor un mejor hacer. Nos quedamos con el
acercamiento que el artista, hábilmente, hace con la partitura del Anillo y las
variaciones y ambientes que nos regala, recuerdo de toda la gran aventura que
los hobbits, enanos y demás personajes vivieron. A la hora de metraje: empieza
la auténtica composición para ‘’El Hobbit: un viaje inesperado’’. Shore nos
presenta esta entereza repentina con la magistral, alocada y ejemplar escena
del mago Radagast. La partitura resulta suave, lineal y secundaria pero abraza
una calidad narrativa y compositiva tan grande que su papel, a primera vista poco
trascendente, le hace una de las secuencias y momentos más conseguidos de esta
entrega.
Los
instantes de transición, momentos apoyados por la composición de forma casi
anecdótica, ejercen entre ellos una fuerza opuesta y lleva, a unos, a
fragmentos realmente pobres y a los otros, compensando, a piezas bien
presentadas. Ejemplo de estos últimos es la visita a la cueva de los trolls a
los que, segundos antes, la comitiva de enanos formada ha convertido en piedra.
Shore dulcifica la secuencia con notas mantenidas, orquestadas y compactas. No
ocurre lo mismo con otros instantes, apoyados mediante las bastante presentes
notas cortadas, como pequeños golpes de las cuerdas que nada aportan y sí
perjudican, notablemente, el sentido global de la obra.
La
parte central de la historia descansa sobre un triángulo que ya se ha formado.
Nos percatamos de nuestro acierto al ejemplarizar la figura y trato musical del
mago Radagast. La llegada de éste junto al grupo de los enanos, Bilbo y Gandalf
y sus correrías distrayendo a los orcos mientras escapan es, sin duda, la cima
musical hasta el momento, extraordinaria y con el mismo poder artístico que la
primera aparición del loco mago. La escena concluye con el brote elegante y
mágico del tema de Rivendell, que a todos nos trae las grandes y majestuosas
secuencias del valle de los elfos. Shore falla en los instantes ‘’cómicos’’;
acierta en el resto: emociona en los recuerdos… La mezcla de narración
compositiva (Radagast) con la oscuridad más absoluta (Orcos) ha conseguido la
fusión ideal. La aventura sigue…
La
parte final, último tercio de aventura, solidifica notablemente el conjunto
global de la composición. El tema principal y nuevo, compuesto para este inicio
de entregas y con una base de instrumentos de viento y melodía exquisitos (no
fue compuesto por Shore, sino por David Long y el trío Plan 9), entra en escena
de lleno y forma una figura principal alrededor de la cual, sin ninguna duda,
el ambiente crucial se configura mediante los mundos oscuros de los orcos y los
trasgos, que serán el punto central e importante de esta trilogía. Aparecen el
Anillo y Gollum (en una secuencia prodigiosa en la que la música participa, en
parte, y no abusa de lo que hasta el momento fue cierta intención negativa:
demasiada masa musical en pantalla), Azog, el líder de los orcos, se afianza
(fundamental figura a partir de ahora, durante el resto de trilogía) y los
ambientes terroríficos y negativos toman, por fin, el mando que nunca debieron,
hasta ahora, pausar. Nos topamos de pronto, intensamente, con uno de los
instantes más sobrecogedores, musicalmente hablando, de toda la trilogía
(incluso teniendo en cuenta ‘’El señor de los anillos’’): Azog y Thorin
mirándose; el orco y el enano tensionados y la partitura obteniendo niveles de
maestría. La potencia, intensidad dramática y profundidad del momento es
memorable. Sin duda, una secuencia musical a recordar.
Concluyendo,
nos encontramos ante una obra que cumple de forma válida con las expectativas
que las tres entregas anteriores produjeron. Nada fácil, un tema principal
nuevo poderoso y firme, versiones de motivos pasados notables y, eso sí, un
lado negativo en cuanto a la narración y apoyos de los instantes cómicos. El
nuevo ‘’mundo hobbit’’ se abre y Azog, afortunadamente, ha nacido.
OTRAS OBRAS DEL AUTOR: ''The fly'', ''Una historia de violencia''.
PUNTUACIÓN: 7
Antonio Miranda. Julio 2015.
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