BSO- ALIEN- Jerry Goldsmith.



ALIEN (1979).
JERRY GOLDSMITH.


                Existen casos, en la historia del cine, en los que decisiones de última hora por parte de los directores benefician a sus obras y otros, irremediablemente, perjudican. En el ámbito de la música de cine encontramos dos acontecimientos excepcionales en creaciones de máximo nivel artístico. En la exquisita ‘’2001: una odisea en el espacio’’, Stanley Kubrick acertó a la hora de girar el sentido de su historia y desechar la partitura del genial Alex North, aventurera y poco profunda. En el caso de Ridley Scott para ‘’Alien, el octavo pasajero’’, resulta al contrario. El filme mantiene una atmósfera impactante, tensa y lóbrega. Sin duda, conociendo la composición del genio californiano, su completa adhesión a las imágenes habría alzado, aún más si cabe,  esta creación mítica hasta niveles desconocidos. Una lástima que el director optase por rechazar parte de la partitura de Goldsmith y emplear motivos de otras bandas sonoras suyas anteriores (‘’Freud’’, de John Huston) y alguna pieza clásica. Apuntada dicha contrariedad, vayamos con el estudio.

                El artista planta su sello desde el comienzo. La sutileza con que va a tratar la obra es tal que nadie diría se tratara de un filme de terror. Su pragmatismo parcial es extraordinario, llevándonos (al parar el análisis en algo más que lo que vemos) hacia mundos más especiales, inquietos y atractivos que un simple espanto. Los títulos iniciales, sencillos y pausados, son un ejemplo a seguir por cualquier artista que se acerque a la creación cinematográfica. Los posteriores minutos, a modo de introducción (en los que el autor está presente con su obra original), igualmente relevantes y mostrando, ya de antemano y directo, el carácter autoritario de la venidera criatura extraña a modo de paseo por la nave, como presente en todo lo que vemos mediante el alma etérea de la música del compositor. Medido, calmado y horrorosamente agobiante. Su función es descriptiva, pero llega más allá: invoca voluntariamente la extraña realidad del alienígena y mantiene, con la llegada de la expedición a la zona investigada, unos tonos (mediante las cuerdas) cercanos al mejor Ligety de ‘’2001’’, no obstante con un matiz propio y los golpes de arco sobre la cuerda del instrumento como patrón especial de su composición que, a los pocos minutos, consuman su significado en una escena sublime, tanto en imagen como en partitura, un momento espeluznantemente descrito por Goldsmith: los golpes de arco (siempre aderezados mediante un ‘’delay’’ electrónico) pasan ahora a fomentar un ritmo mucho más lento que antes, reflejo de la forma extraterrestre que acaban de descubrir los expedicionarios, un cuerpo terrible y gigante, también como lo son los intentos (soberbios) del músico por darle forma mediante su composición. Plausible pero, al tiempo, difícil para el oído cómodo; atractivo para el inquieto y ejemplo de cómo el compositor moldea a su gusto la forma pétrea del monstruo. Vamos concienciando a nuestra atención de cómo el autor, hábilmente, ha sobrepasado los clichés de su época en cuanto al sinfonismo en las películas de ciencia ficción (‘’Star wars’’) y arriesga su forma y estructura hacia mundos más enigmáticos y experimentales, también reflejo del ambiente y lugares fríos, oscuros y siniestros en los que se mueven los protagonistas.





                La supuesta muerte del alien descubierto, ya en la nave, y su posterior vuelta a la vida parecen marcar un punto de inflexión en la trama. Así es: la inquietud toma un sendero distinto y se convierte en preocupación y miedo. Goldsmith suena y dota a la aventura de una personalidad fuerte y fija, dejando para ‘’ocasiones musicales’’ más llevaderas la partitura no original o, tal vez, siendo esas secuencias pasajeras de tal insustancial calibre descritas por carecer, precisamente, de base melódica o atonal fijada para tal menester por el compositor. La partitura atonal por un lado y los motivos melódicos, sencillos y directos, por otro, son la dualidad en la que el músico fundamenta los cimientos potentes de su creación y así mantenerse en una línea similar y equilibrada durante toda la historia (el tiempo que le permiten), introduciendo a partir de ahora los fragmentos más trepidantes, coincidiendo con el giro de la aventura (pese a todo, no sonando todos ellos de forma completa ni, de la misma forma, todos los que compuso, con lo que nos percatamos fácilmente, escuchando su parte rechazada, el camino correcto que el compositor optó por seguir, contrario al gran fallo del director).  Nos encontramos en un instante crucial: avanza y crece la tensión al tiempo que la historia  y el desarrollo de los personajes, por encima de todos el monstruo y la suboficial Ripley (Sigourney Weaver); no lo hace la partitura. Gran traba al conjunto global del argumento, tal vez poco perceptible desde el visionado tranquilo del filme pero, sin duda, presente. Goldsmith se ve trabado por la decisión final del montaje y demuestra, una vez más, cómo la música puede llegar a ser un fundamento crucial en el guión de una película y estar, absolutamente, por encima de muchos puntos en principio más importantes. Varias de las piezas no originales son la causa de este tropiezo marcado. Sigamos.





                El tema principal de la obra fija el final. Astutamente (como no debía ser de otra manera), el director opta por dar la presencia más definida de Goldsmith mediante el uso de los pequeños fragmentos melódicos, más identificables, y así ‘’pegar’’ la atención última de los espectadores (inteligente guiño de su parte pero, absolutamente, una pésima trampa musical, perceptible y grave a oídos del más inquieto y tenaz estudioso de la partitura). Las secuencias activas aparecen marcadas sutilmente por pequeños fragmentos, como ya hemos indicado, o, bien, por la obra no original o el silencio (acertada postura ésta). En definitiva, una mezcolanza algo extraña en el resultado final y que, si bien es concluida mediante unos créditos finales que no desajustan en gran medida una línea aparente (Sinfonía nº 2, ‘’The romantic’’, de Haward Hanson), sí manifiestan (conociendo los compuestos por el autor) ese lado débil en el que el director ha optado por introducir la música.






                En definitiva, obra mayúscula del artista, sin duda referente en el ámbito del terror y la ciencia-ficción, y error inadmisible del director en la elección y organización de la música para su película, que le supone un inconveniente de estructura muy importante.


ESCÚCHALA SI...: primero, has oído la composición aislada; segundo: quieres conocer una obra maestra de un genio, referente en la música de cine; tercero: si no quieres ignorar una obra cumbre en el cine de terror.

NO LA ESCUCHES SI...: no estás abierto a posibles rechazos, cambios o atrocidades de un director con la partitura original. Igualmente, ignórala si te gusta la música fácil y divertida.

RECOMENDACIÓN END TITLES; imprescindible.

OTRAS OBRAS DEL AUTOR: ''Freud, pasión secreta'', ''Patton''.


PUNTUACIÓN DE LA MÚSICA (ORIGINAL Y RECHAZADA) EN EL FILME: 6

PUNTUACIÓN DE LA MÚSICA ORIGINAL COMPLETA DEL AUTOR: 9



Antonio Miranda. Junio 2015.




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