BSO- LA HORA DEL LOBO (HOUR OF THE WOLF)- Lars Johan Werle & W.A. Mozart




VARGTIMMEN (1966)
LARS JOHAN WERLE y W.A. MOZART


La vida no parece más que ser extraña realidad, ‘surrealidad’ al fin y al cabo, en la que las mentes de prodigio analítico consiguen vivir inmersas en las dudas y el sufrimiento. Pequeñas secuencias bien enmarcadas, y siempre en el onírico misterio de la introspección, convierten el filme de Igmar Bergman en un tratado filosófico del dolor individual.

Un pintor y el más allá enfrentado a su mujer y la realidad, ambos personajes bien separados en esa unión en matrimonio que representan solos en una isla. Nos encontramos, ciertamente, ante un monólogo interpretativo y una historia de unidad absoluta. Abandonen cualquier conjunto de individuos o los diálogos de las secuencias: todo es la unidad. Las escenas, incluso, podrían unirse de manera distinta y no variar el sentido trágico de su significado.



A la media hora de historia irrumpe la música de manera delicadamente poderosa: Mozart. El final del Acto I de ‘La flauta mágica’ compendia una serie de enseñanzas y detalles que se adhieren drásticamente al pintor, ahogado en ese momento en la fiesta social del castillo: paciencia, silencio, sabiduría… Uno de los presentes anuncia el espectáculo de marionetas; no obstante, nada más lejos que un acontecimiento de diversión. El dramatismo del filme es extenuante y, curiosamente, coincidente con la primera presencia de la partitura e igualmente paralelo a la excepcional ópera del compositor alemán: Sarastro (el pintor en el filme, quizá…) es un aparentemente malvado personaje de la ópera que reside en un castillo (lugar donde se celebra la reunión social) y que, finalmente, es alentado por el coro (la gente que acompaña a la pareja en la fiesta) como ídolo al salvar a Pamina (su mujer en nuestra historia, débil figura al cobijo del artista) como podemos ver cuando Johan Borg explica su forma de sentir el Arte. Nos encontramos ante uno de los momentos más importantes del filme y, sin duda, más contundentes dentro de la música en el cine.

INTERMEDIO

‘’¿Oyes el silencio?’’, comenta Johan a su mujer. Un genio español, Ricardo Baroja, escribió (antes que Bergman): ‘’Era un silencio que parecía sonoro’’. Las mentes inalcanzables siempre llegan a lugares similares. Lars Johan Werle inicia el negro segundo tiempo con sus notas obscuras, chillidos quejumbrosos de sintetizador que contrastan con la ópera de Mozart como lo hacen, ya comentado, el hombre y la mujer y planta su sello en un momento nada fácil, cuando la intensidad de la historia ha llegado a límites sobresalientes; no obstante, la impresión del compositor es exquisita y la paciencia del director, dejando la primera y filosófica  parte para la explicación, comparte con su colaborador musical un inicio arrollador, como digo de impresión directa y ahogada ya la pareja en el terror del dolor y los miedos mundanos.



‘’Alma, ¿estás dormida?’’. Johan comienza a depender de la escucha de su mujer. La música es la tercera presencia en la noche y el lazo que une los latigazos repentinos de él y la desazón  por la incomprensión de la situación  progresiva de ella. Magnífico.

Incluso los más acérrimos seguidores del cineasta sueco dirían que en sus películas la música no está presente. El empleo de ésta es minucioso, estudiado y tan adherido a la imagen y el sentido de la historia que disfrutar de una secuencia como la del ataque del niño al pintor es, sencillamente, delicioso. Werle ataca. Werle merodea. Werle arroja. Werle se ahoga… Escena ejemplar y no solamente paradigma de una narración de sucesos sino, absolutamente, generadora de conocimientos para con el significado de lo que se desarrolla, del abatimiento interior del protagonista y la ira que éste fabrica en el desolado artista.



En definitiva, un ser individual cuya naturaleza primera es contraria a la sociedad, que lentamente enferma su condición siendo quiénes la forman el cáncer verdadero de la muerte del Hombre. Una partitura sobria, milimétricamente estudiada y reflejo desolador del interior del protagonista. Breve, precisa, experimental y excepcional. Música descaradamente compuesta para la imagen.

PUNTUACIÓN: 10

Antonio Miranda. Diciembre 2018




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