9 sobre 10
Existen en al ámbito artístico creaciones sumamente
complejas en su primer y atrevido análisis; la vista, los sentidos en conjunto,
el oído en nuestro caso, compiten con la obra en cuestión para conseguir
comprenderla (en ocasiones no lo conseguimos y no es esto sino un matiz más de
lo atractivo y maravilloso que tenga). Ocurre
con la composición que tratamos, un entramado de melodías complicadas de
escuchar, por lo que se hace muy necesario el estudio musical y simbólico de
todos sus matices para llegar a saborear, disfrutar y valorar la obra de Shore
para The silence of the lambs.
Magistral concepto de la unidad; la música transcurre como
un auténtico y único tema que va a parar, irremediable e intencionadamente, a ‘’The cellar’’, siete minutos agobiantes y que
absorben con fuerza absolutamente todos los conceptos musicales de la obra que
tratamos.
Howard Shore emplea únicamente elementos clásicos
orquestales. La cuerda es la dueña; el viento: un complemento que otorga
melodía al tema principal y lo rescata ligeramente de la sombra oscura y
tenebrosamente genial que el saxofonista canadiense le da a la película.
No es ésta una música para película popular ni exitosa entre
crítica y aficionados. No lo es, evidentemente, por su extraña concepción.
Nadie podrá, con ella, sentarse o tumbarse y, cerrando los ojos, tranquilamente
disfrutar de una audición. Nada llega directo; todo anda disfrazado en unos
ambientes extraños de melodías y unidades que o te dispones a estudiar con
seriedad o despojarás, injustamente, a esta partitura de cualquier mérito.
Mérito y maestría las tiene sin duda.
ESCÚCHALA SI: tienes un buen rato para reflexionar y estudiar música.
NO LA ESCUCHES SI: eres un amante de las bandas sonoras comerciales.
LLEGARÁ A SER UN CLÁSICO: en mi opinión, lo es.
PUNTUACIÓN: 9
Antonio Miranda. Septiembre 2013.
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