BANDA SONORA (CRÍTICA)- SICARIO- JÓHANN JÓHANNSSON.


8.5 sobre 10

FESTIVAL DE CANNES: sección oficial de largometrajes a concurso.

SICARIO (2015).
JÓHANN JÓHANNSSON.

                Jóhann Jóhannsson parte desde la segunda posición en la parrilla de salida, para nada mala situación en la carrera pero sí con el inigualable Alexandre Desplat mostrándole el camino. Con claridad: filme y música enseñan procedimientos, estructuras y resultados paralelos a los del genial compositor francés en la maravillosa ‘’La noche más oscura’’. Jóhannsson inicia la andadura firme, de la misma forma que lo hará en las dos partes siguientes, cruciales instantes de la obra en los que se inician situaciones trascendentales y que el artista fabrica con el mismo tema, en distintas versiones. Esta idea nos descubre una interesante distribución del trabajo musical en forma de pirámide, con una base de tres instantes, un intermedio de dos y la cúspide final.

                Los tres instantes mencionados dan un paso más en el argumento. Como decimos, Jóhannsson los inicia de forma muy similar pero termina desarrollándolos con cuerpo propio derivando en los fragmentos del siguiente nivel piramidal, los auténticamente fuertes de toda la composición. Estas dos secuencias del término medio (la virtud, recordad; curiosa coincidencia) brotan de las dos partes más importantes, la inicial y la final, dejando la intermedia para una presencia más pausada y testimonial de la música. En la primera de ellas, la escena resultante es una auténtica ‘’barbaridad’’ de quince minutos contenidos de manera brutal, escuchándose sonidos atmosféricos que nos describen la podredumbre de Juárez ciudad mientras la comitiva policial avanza en busca de Guillermo. La partitura jamás se altera, ni en los instantes más activos, lo que provoca una situación de violencia extrema muy bien conseguida, una pausa agresiva que se ejecutará en la escena final de la producción. Allá nos proyecta, sin darnos cuenta, toda la actividad de la música.
                La segunda de las escenas, resultante de la parte final de entre las tres en que dividimos la película (y que completa el nivel medio de la pirámide), se inicia con el grupo de policías adentrándose en el túnel que les llevará a tierras hostiles de México. Jóhannsson emplea ahora el tema de las cuerdas graves de la orquesta (que ya usó en la primera de estas dos partes, cuando el convoy avanzaba en busca de Guillermo) de una forma absoluta, demoledora y premonitoria del absorbente delirio de muerte que está cercano a producirse.


                La cúspide de la composición llega cuando, en torno a la mesa del máximo jefe del narcotráfico, el argumento consigue su máxima expresión. El terror, la tensión y la situación son narrados con inteligencia por el compositor… ¡en silencio! La pausa contenida de la que hemos hablado (presente en toda la pirámide comentada), incluso en situaciones extremas, que se desprende de la unión de música e imagen, auguraba la calma que ahora, en una secuencia gravísima, se percibe directamente. Es la conclusión y la proyección final de toda la obra de Jóhannsson acorde a lo planteado. Inteligente propuesta y gran estructura.
                Concluyendo, obra de gran mérito que cimienta sus fundamentos en la estructura global de la disposición de los temas en pantalla. La fuerza que posee, indudable, nace de la contención que plantea, nada fácil de ejecutar. Sin duda, un gran trabajo.



PUNTUACIÓN: 8,5
Antonio Miranda. Enero 2016.



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