BSO- Vertigo- BERNARD HERRMANN



                          
                           10 sobre 10
  

La locura, el hipnotismo que entrelaza en nuestro devenir tanto vidas como muertes; el amor tal cual hilo fino y delicado a punto de romperse y desencadenar locuras y Bernard Herrmann, sencillo y directo, tejiendo su propia genialidad al servicio del cine.

El inicio musical de la película es extraordinario. Fija profundamente los títulos iniciales resumiendo en sus tres minutos el vértigo absoluto que el protagonista padecerá (Herrmann gasta hasta la saciedad el ir y venir de sus seis notas aplicando continuas versiones de su combinación) y maneja con sutileza, a continuación, la pequeña escena de la persecución. Detalles abundantes durante todo el metraje y composición que, agudizando el estudio, uno percibe ya nada más iniciarse el movimiento con la aparición en pantalla, tras subir las escaleras que les llevan a las azoteas de la ciudad, del delincuente y los dos policías, delineado el brote de sus perfiles por medio de los potentes, y ya siempre presentes, vientos de la orquesta.




El compositor neoyorquino ejemplifica la maestría artística en una de sus mejores obras, centrada principalmente en el ámbito descriptivo de las imágenes y la historia; deja de lado, esta vez, su asombrosa facilidad para la composición absoluta y los arreglos inigualables que muestran la mayoría de sus creaciones. En Vertigo, marca su territorio en una dualidad que acompaña a la historia: vida y muerte, locura y cordura (que en tantos momentos chocan en el relato). El compositor llega, incluso, hasta un minimalismo pronunciado y estirado hasta extremos  límite narrando el seguimiento que el protagonista hace de la mujer. Embriaga e hipnotiza la música en estas escenas continuas y largas, como su música, como la genialidad de hacer de lo simple algo que no llame la atención y, más aún, que no desmerezca su escucha aislada en la cual, si el oyente ‘trabaja’, quedará igualmente cautivado de su hermosura e intención.

Herrmann introduce levemente el órgano cuando la mujer visita la iglesia; ejecuta la música a un ritmo voluntariamente más lento, pesado e hiriente la segunda vez que se sube la escalera de la torre de la iglesia (en uno de los contrastes y detalles, en oposición al ritmo más rápido de la primera subida, más extraordinarios de la música de cine); hipnotiza con las cuerdas intimistas, maquilladas levemente con tonos de inquietud; mata, otorgándole a la orquesta la fuerza repentina de las subidas y bajadas que representan la mente perturbada del protagonista; en definitiva, un registro de detalles y descripciones inigualables en la música de cine que, contrariamente a lo que se pudiera pensar, quedan enriquecidos con la necesaria escucha, paciente y aislada, de la música de este filme.

Concluyendo, una obra exuberante en la descripción y delicada en la composición, que encumbra a Vertigo entre las mejores bandas sonoras jamás compuestas.


ESCÚCHALA SI...: no puedes prescindir de obras maestras.

NO LA ESCUCHES SI...: el estudio musical y elaborado de escenas te es imposible.

LLEGARÁ A SER UN CLÁSICO: lo es.

OTRAS OBRAS RECOMENDADAS DEL AUTOR: North by northwest, Psycho.

PUNTUACIÓN: 10


Antonio Miranda. Marzo 2014.





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